Austin Cook jugó por primera vez en el Club de Golf de Houston en 2015. Corrían otros tiempos. El Open de Houston se jugaba en abril y el campeón se clasificaba para el Masters de Augusta. Austin Cook no tenía tarjeta del PGA Tour y, por supuesto, aún no había ganado en el circuito americano. Se ganó su presencia mediante la previa del lunes con una fabulosa tarjeta de ocho bajo par. Aquello se convertiría en su segundo torneo en el PGA Tour.
Cook aún tiene clavado en el alma lo que sucedió aquella semana. Jugó muy bien, con la confianza de ese -8 de la previa y se mantuvo toda la semana en los puestos de arriba. El sábado jugó con Mickelson, le ganó por cinco golpes y salió el domingo con opciones de ganar el torneo. Tantas como que a falta de diez hoyos tomó el liderato de la prueba.
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A partir de ahí salió toda la inexperiencia, la presión, el PGA Tour, el Masters y el mundo se le vino encima. Cometió cinco bogeys en los últimos diez hoyos, tres de ellos consecutivos para acabar. Por supuesto no ganó el torneo y ni siquiera pudo terminar en el top ten para ganarse una plaza en el torneo posterior al Masters.
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Este jueves ha vuelto a jugar una vuelta oficial en Houston por primera vez desde aquel domingo de hace cuatro años. Ha entregado una tarjeta de 64 golpes, ocho bajo par, y se ha colocado líder empatado con Talor Gooch. Definitivamente, los designios del golf son absolutamente inescrutables.
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La historia de Cook es lo más interesante que nos ha dejado la primera vuelta de un torneo venido a menos con el cambio de fecha. Además, los mejores jugadores tampoco han respondido precisamente bien en el primer envite. Henrik Stenson (PAR) y Keegan Bradley (+4), únicos top 50 de la cita, están ahora mismo fuera del corte provisional establecido en -1. Llama la atención eso sí la presencia en la séptima posición del amateur Cole Hammer (-5). En cuanto a la Armada latina, el mejor posiciones es el puertorriqueño Rafael Campos (-3), metido en el top 25.
