Jon Rahm (-4) ha cerrado una notable vuelta de 67 golpes en la segunda jornada del RBC Heritage. El vasco está muy lejos de Webb Simpson (-12), líder en solitario una vez finalizado el turno matutino de juego, y es muy probable que finalice la jornada situado en torno al puesto 45º de la clasificación, muy retirado de la zona caliente. Sin embargo, más allá de que el resultado de hoy ya es bueno en sí mismo, su actuación también puede valer su peso en oro por otras razones. Al fin, su horizonte parece un poco más despejado.
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No es Jon un tipo fácilmente impresionable o de piel muy fina ante las inclemencias, sean del tipo que sean. Más bien parece un mozo muy capaz de plantarle cara a la adversidad y salir airoso del trance. Sin embargo, ni siquiera él, o los que son como él, se libran del lastre de la ansiedad. Porque el de Barrika venía de donde venía: un primer torneo en Texas muy frustrante en el que fallaba el corte, y una primera ronda aquí, en Harbour Town, que no le había ayudado nada a templar esa sensación de frustración, más bien todo lo contrario. Hoy, incluso jugando claramente por debajo del par, no ha dejado de coquetear con la línea de un corte muy exigente durante buena parte de la vuelta, así que la situación no era sencilla.
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El vasco llevaba una ronda muy ordenada. Se había dejado muchas, buenas y variadas opciones de birdie, había salvado también dos o tres situaciones más o menos delicadas con buenos putts cortos para asegurar los pares y además estaba enchufando también algunos puros galácticos, como el del hoyo 5 (había salido por el 10), donde embocaba desde diez metros para eagle. Con todo y con eso, un error en un par 3 (hoyo 7), ya en la recta final, propiciaba el primer y único bogey de la ronda y de paso lo situaba mirando de reojo a un corte que bien podía irse hasta el -3. De nuevo, un tropiezo en un par 3 y en la recta final de la vuelta, igual que ayer…
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Para colmo, un mal segundo tiro en el penúltimo hoyo, seguido de un aprochito deficiente ponía al español al borde del abismo, con la urgencia de embocar un putt cercano a los tres metros para no meterse en un lío. Y fui adentro. Jon, de nuevo, eficiente en el momento de la verdad. Como en los ‘viejos’ tiempo.
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Quizá sea ahora, a partir de la tercera ronda, cuando pueda verse a un Rahm más suelto y liberado. Y si miramos a la cabeza de la tabla, no hay discusión posible al respecto: el español necesita sí o sí ser de los mejores el sábado para optar al triunfo el domingo. Necesita un vueltón, vaya. Mientras se produce o no, quedémonos con la batalla que hoy le ha ganado a la ansiedad, que no es ningún asunto menor, pues ya se sabe cómo las gasta este deporte cuando la confianza y el don de la oportunidad cojean de una pata.
