Cualquiera diría que Harold Varner III (-11) iba a mantenerse hoy en lo más alto de la clasificación del Charles Schwab Challenge después de arrancar su segunda vuelta por el hoyo 10 con un triple bogey. ¿Se nos estaba derritiendo el bravo jugador de Ohio, tan expuesto en el escaparate mediático y emocional durante las últimas fechas? Pues no, no se nos estaba derritiendo. Es más, respondía al grosero tropiezo inicial con dos birdies casi inmediatos y, sobre todo, firmaba un último tercio de ronda absolutamente demencial, con cinco birdies en esos últimos seis hoyos. En este tramo, Varner III no daba opción ninguna al campo: o bien enchufaba un purito (de hasta casi diez metros, por ejemplo), o la dejaba casi dada, para terminar entregando un brillante 66.
Los greenes en Colonial practican la cuarentena con Rahm y García
De todos modos, como no podía ser de otra manera, la nómina de candidatos que viene justo por detrás de Harold Varner es algo más que lustrosa. Una vez finalizado el turno matutino de juego en el Colonial, y con la vuelta ya terminada, tenemos ahí a un renacido Jordan Spieth (-10), a Collin Morikawa (-9), a Xander Schauffele (-9), a Justin Thomas (-8)… Y sobre todo, a Rory McIlroy (-9), que hoy cerraba una ronda con seis birdies, un eagle y un solo bogey (63 golpes), viniendo desde atrás para colocarse en su sitio.
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¿O no es ese su sitio? Al menos lo era antes del largo parón pandémico y es obvio que no quiere perder las buenas costumbres: en los últimos siete torneos que había disputado no había bajado del top 5 final. Podemos ir un poco más lejos: desde que fallara por última vez un corte, en el Open Championship del pasado año, había jugado catorce torneos, ganado dos y acabado diez veces en el top 5.
Nunca tantos jugaron tan bien en un estreno en Colonial
Rory es un Número 1 del mundo magnánimo y clemente. Parece que mueve los hilos sin avasallar, sin aspavientos ni derroche de calorías, pero el caso es que se las arregla para no perder casi nunca la estela del triunfo. Hoy especialmente se le ha visto patear muy bien, además de pegar auténticos tirazos marca de la casa, con el único borrón de ese bogey final en el hoyo 9. Y ya sabemos lo que ocurre cuando el norirlandés destaca en los greenes. Que no hay quien lo pare, poco más o menos. Esperemos, de todos modos, porque es un jugón al que a veces se le va el santo al cielo o al que se le difumina el aura de killer. Lo dicho: magnánimo y clemente.
Ya se pueden contabilizar algunas sorpresas por debajo de la línea del corte. La más grande, por desgracia, ha sido la de Jon Rahm (PAR), definitivamente peleado con su putter. Tampoco estarán el fin de semana Rickie Fowler (+2) o Jason Day (+2), que sigue sin levantar cabeza.
