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EL AUSTRALIANO DOMINA Y GANA EL THE PLAYERS CON UNA AUTORIDAD APLASTANTE DE PRINCIPIO A FIN

Jason Day ya se ha hartado del triunvirato

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Jason Day (-15) se ha llevado el THE PLAYERS a su estilo: dominando de principio a fin. Líder las cuatro jornadas. Un estilo que ni siquiera es el de Tiger Woods, su modelo y referencia, su mentor y guía en el olimpo. El Tigre siempre estaba ahí, claro, con las orejas asomadas, pero no sentía la necesidad imperiosa de enseñar la matrícula desde las primeras escaramuzas.

Ni la confianza y solidez de Day se quebraban en ningún momento de la ronda definitiva, a pesar de los dos bogeys por los primeros nueve del Stadium course del TPC Sawgrass, ni tampoco llegaba a sentir una amenaza sostenida de quienes andaban más cerca de él en la clasificación. Así que el australiano jugaba los hoyos 17 y 18 del domingo, seguramente uno de los tramos más inciertos y emocionantes del calendario anual, como Jason por su casa. También selló las puertas al modo que lo hacen los elegidos: tras el bogey del 9 cerraba de nuevo el chiringuito con birdies en los hoyos 10 y 12, embocando en ambos casos putts que rondaban los cinco metros. A otra cosa.

Day ha roto la baraja del triunvirato. Si hasta hoy podía hablarse de una corona que quemaba en la cabeza de los tres grandes candidatos al trono, quizá sea esta semana la que marque un punto de inflexión. Quizá sea a partir de hoy cuando haya que pensar que el australiano es el más fiel relevo de Tiger, cada cual a su manera, porque el molde del californiano parece verdaderamente irrepetible.

Jason Day, además, así lo pretende. Le han llegado al alma las puyas de Woods, que reconoce sus méritos, así como los de Spieth y McIlroy, pero que emplea cierta guasa o ironía cuando se refiere a los descansos que de vez en cuando se toman. O lo que es lo mismo: cuando se refiere al excesivo número de cortes que se dejan en el tintero (esta misma semana Spieth se quedaba fuera del fin de semana), siempre comparando el dato con sus propios registros, de otra galaxia.

Day suma ya tres victorias, a mediados de mayo. Una agenda que bien podría firmar Tiger, a pesar del décimo puesto en el Masters (ya ven: casi ni se le vió en Augusta y se marchó de allí con un top-ten en el zurrón). El australiano, además, siempre parece tener una marcha guardada. La misma sensación que desprendía el mejor Woods. También Rory ejerce ese dominio por momentos, pero el putt del norirlandés es mucho menos consistente, así como su juego alrededor de green. Y puestos a pegarle duro, tampoco alcanza los números de Day. Por último, la grandeza de Spieth se mide precisamente en la cantidad de veces que es capaz de doblegar a estos monstruos con menos recursos de tee a green.

Es cierto que tras la dictadura formidable de Tiger la pelota viaja de un tejado a otro a una velocidad pasmosa; hace unas cuantas semanas, sin ir más lejos, parecía que Adam Scott iba a comerse el mundo. Pero también lo es que Jason Day es quien a día de hoy más se acerca a la sombra del gigante de Cypress. Por juego, resultados y actitud. El tiempo del gran triunvirato toca a su fin.

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