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Rahm, líder del Memorial Tournament tras la tercera jornada en Muirfield Village

Jon deja que las cosas sucedan y su vuelta acaba en un maravilloso escándalo

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Jon Rahm. (Photo by Jamie Squire/Getty Images)

Este sábado, a las 8,10 de la mañana en Dublin (Ohio), salía Brendon Todd (-1) a jugar su tercera ronda en el Memorial Tournament. Terminaba entregando un espléndido 68, una de las dos únicas tarjetas por debajo de 70 golpes que se han dado en el día. Cinco horas y media después, a las 13,40, salía a jugar Jon Rahm (-12) en el penúltimo partido, con los greenes un poco más secos e indudablemente más baqueteados y algo más de brisa… Suyo ha sido ese otro registro por debajo de los setentas, también un 68, en un exigente Muirfield Village Golf Club, que ha satisfecho plenamente los deseos de su creador, patrón y señor, el gran Jack Nicklaus. Pedía el Oso Dorado greenes de US Open esta semana y, si no son de US Open, muy poquito les está faltando. Quería Jack que su querido campo apretara las clavijas a los mejores jugadores del mundo y sus deseos han sido órdenes.

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Con Rahm, no obstante, parece no ir la cosa. Quizá por eso va a salir el domingo con una ventaja de cuatro golpes sobre sus inmediatos perseguidores. Lo tiene ahí, pero no es conveniente cantar una victoria por anticipado cuando se juega sobre un campo de minas…

Mientras llega o no llega mañana el ansiado triunfo, sí estamos legitimados para recrearnos en lo que ha hecho el joven vasco a lo largo y ancho de los primeros 54 hoyos, y muy especialmente en esta tercera jornada. Es muy cierto: con Jon no parece ir la extrema dureza del recorrido. De hecho, ha encadenado esta semana tres vueltas por debajo de setenta golpes, una auténtica barbaridad si tenemos en cuenta que a falta de sólo 18 hoyos el acumulado de -3 está dentro del top ten. Quiere ello decir que, quien más quien menos, va con la soga al cuello al menos unos cuantos hoyos por vuelta, y no hace falta recordar que esta semana se habían citado 43 de los 50 mejores jugadores del mundo, incluyendo a nueve de los diez inquilinos del top ten mundial. Esta semana, en fin, se está disputando el mejor torneo regular (esto es, majors y WGC aparte) de la historia del PGA Tour, atendiendo precisamente a la profundidad y calado de su nómina de participantes según el ranking mundial, así que nunca podrá decirse que los resultados abultados (hoy 22 jugadores se han ido a 76 o más golpes) se estén dando por falta de calidad y talento…

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Jon ha sido hoy un martillo desde el tee. Ha pegado como ha querido, pleno de control y, aunque es cierto que ha fallado un puñado de calles, lo cierto es que no llegaba a meterse nunca en serios problemas. Diríase que casi es imposible en este campo, a día de hoy, hacer un pleno desde el tee y, descontando ese peaje ‘obligatorio’, el español ha estado sublime.

La clave de su inconmensurable resultado, no obstante, ha estado seguramente en un suceso no tangible. Hoy, con el juego bien metido en vereda, como era el caso, resultaba vital tener una visión certera del torneo, de lo que estaba pasando, de lo que era necesario; hoy resultaba de vital importancia no forzar más de la cuenta, no tratar de provocar que sucedieran las cosas (los birdies), sino dejar que cayeran por su propio peso; hoy era imprescindible valorar los pares casi como oro en paño, incluso aunque se dieran en un par 5 y después de fallar una buena ocasión de birdie. Hoy Jon ha entendido perfectamente que, a las malas, y aunque su juego era un canto a la consistencia, incluso una vuelta de 72 golpes podía ser buena…

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Para colmo (y goce y disfrute del propio Jon), tanta paciencia y tanto saber estar encontraban en el último tercio de la vuelta una extraordinaria y merecida recompensa, con cuatro birdies consecutivos entre los hoyos 13 y 16. No siempre ocurre así, es cierto, porque nada ni nadie como el golf para reírse delante de las mismísimas narices del santo Job. Pero hoy sí, hoy sí ha ocurrido por obra y gracia de este titán del deporte español. Además, el arranque de este memorable tramo coincidía en el tiempo con un doble bogey de Tony Finau (-8) en el 12, así que, en efecto, los planetas se estaban alineando. Sólo había que darles tiempo. El espigado y descomunal pegador de Utah comandaba con descaro y garbo las operaciones hasta ese momento (había llegado a sacar cuatro golpes de ventaja a Jon), pero ya no iba a volver a brillar, más bien todo lo contrario (le caía otro doblata en el 17), mientras Ryan Palmer (-8), el tercero en disputa, tampoco conseguía vencer al campo.
El dominio de Rahm con los wedges ha vuelto a ser definitivo, pero hoy además ha pegado algunos hierros medios más que notables, justo la parcela en la que él sentía que todavía tenía mucho margen de mejora. Según avanzaba el de Barrika junto a un sufriente Gary Woodland (-2), hasta se hacían pequeños los indudables méritos de hombres como Danny Willett (-6), que entregaba un 70 y saldrá el domingo a seis golpes de Jon, o los esfuerzos de Jason Day (-5) por acercarse al liderato.

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La cuarta jornada anuncia zafarrancho y trincheras, sobre todo si se confirman las rachas de viento de hasta 40 kilómetros por hora que muestran los partes meteorológicos (también puede llover). Los descalabros pueden ser dramáticos y las remontadas épicas…

Al fondo, en el horizonte, se dibuja ya la silueta del Oso Dorado aguardando en el 18 al ganador. Nadie tiene ahora mismo más posibilidades que Jon de aparecer en la foto junto a la leyenda. Por desgracia, los augurios y vaticinios deben quedarse ahí, en la mera exposición de probabilidades: nunca es sencillo ganar y esta vez no va a ser menos.

Consulta aquí los resultados en directo

El resumen más completo de la tercera ronda de Jon Rahm en el Memorial