Cómo pueden cambiar en apenas 24 horas el juego, el resultado y las sensaciones en este bendito deporte del golf. Jon Rahm (-11) lo ha vivido hoy en sus carnes. Se ha dejado mucho terreno en la segunda jornada del Sentry Tournament of Champions. Ha pasado en 18 hoyos de compartir el liderato de la contienda hawaiana del PGA Tour a descolgarse a cinco golpes del liderato de Collin Morikawa (-16).
No es el fin del mundo y, ni siquiera, es el fin del torneo, pero ahora ya necesitará un gran fin de semana para tener opciones de victoria en los últimos nueve hoyos del domingo. Digamos que ha dilapidado este viernes todo margen de error posible.
El plan ha salido mal de principio a fin. Empezó atascado y los momentos claves que pueden cambiar una ronda y darte impulso le fueron adversos. El de Barrika terminó la jornada más frustrado por las sensaciones que por el propio juego. Fue un remake del mito de Sísifo en versión hawaiana. Cada vez que parecía que Jon podía llevar la piedra a la cima de la montaña, volvía a caer a sus pies.
Arrancó de la peor manera posible, con dos bogeys en los hoyos 1 y 2. Siempre es un lastre un inicio de este pelaje, pero mucho más cuando estás en un campo donde sabes que los birdies caen por castigo, a pesar de que hoy las condiciones estuvieron algo más exigentes porque los greenes han ido ganando firmeza y el viento ha soplado notablemente más fuerte que el jueves. En menos de media hora Rahm ya sabía que tocaba remar a contracorriente.
Sacó un buen birdie en el hoyo 5, casi sin despeinarse, y se fabricó una excelente opción en el 6. En un visto y no visto podía equilibrar el duelo con el Plantation. Sin embargo, falló un putt de metro y medio y la piedra volvió a bajar a sus pies.
Jon siguió trabajando la vuelta con paciencia y confianza. Sabe que hay mucho birdie ahí fuera y se puso manos a la obra. Fue restando poco a poco, pero sin la suerte de su lado en momentos puntuales, como en el chip de eagle del hoyo 9 que mereció entrar, o en el 14, otro aprochito en el que primero tuvo fortuna por pegar en la bandera, ya que su bola iba muy suelta, pero después le faltó el azar, una vez atrapada por el mástil, de haber caído al agujero.
Tampoco el putter salió al rescate como en el día anterior. Los cinco putts que metió el jueves de más allá de cuatro metros y medio se convirtieron en cero el viernes. Cómo pasar de 100 a 0 en 18 hoyos. Jon siguió empujando pese a los obstáculos. Hizo sendos birdies a los hoyos 12 y 14, dos pares 4 cortos, con dos grandes drives y un buen juego corto. Cuando parecía lanzado a un gran final, muy propio por otro lado de este campo, se dejó el birdie del 15 por el camino, uno de los hoyos más asequibles del recorrido de Maui.
Eso hizo daño, pero Jon siguió empujando la piedra hacia arriba. Firmó un gran birdie en el 16, pegando de nuevo en este hoyo el mejor hierro del día. De pronto, a falta de dos hoyos, ponía a tiro bajar de nuevo de 70 golpes. En ese momento, marchaba con tres bajo par en el día. Sin embargo, el final fue abrupto. Como Sísifo. Bogey en el 17 que no entraba en ninguna hoja de ruta, tripateando y fallando un putt muy corto de par y par en el hoyo 18, dejando escapar una buena opción de dos metros y medio de birdie. Decepción y frustración.
Este viernes Rahm ha puesto fin a una racha estratosférica de ocho rondas consecutivas por debajo de 70 golpes en este par 73 de Hawái. Ha hecho 71 y ha caído a la sexta plaza. El liderato de Morikawa está a cinco golpes, mientras que Scottie Scheffler y J.J. Spaun se encuentran a tres. No hay nada perdido y mucho menos para un Jon Rahm que ya ha hecho vueltas bajísimas en este campo, pero todo tendrá que salir bien para que la piedra acabé al fin en todo lo alto de la montaña.
