Brooks Koepka hace tiempo que tomó la decisión de subir el tono de sus intervenciones frente a los medios de comunicación. Entendió su posición como Número 1 del mundo, aprendió que sus palabras tienen eco y que debe ser responsable con su discurso, o cuanto menos sincero. Habla, se moja, opina. Dice cosas. Le pese a quien le pese y aunque en ocasiones sea políticamente incorrecto.
En Corea, donde defenderá título a partir de este jueves, ha vuelto a hacer gala de su personalidad. En un minuto ha desmontado una de las grandes mentiras del resultadismo, algo que saben perfectamente todos los jugadores de golf, aunque muchos callen, y que posiblemente se le escape a una buena parte del gran público.
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Una vez más se le preguntaba por su preparación mental. Es una insistencia lógica si tenemos en cuenta que estamos ante un jugador que aún tiene más victorias en Grandes que en torneos regulares. Especialmente, tratando de afinar el tiro, el periodista quería saber cómo se recupera de un error. Koepka expresó entonces una interesante teoría: “Me mantengo paciente. Siempre que fallo, por ejemplo, un par de putts cortos seguidos, de unos tres metros hacia abajo más o menos, pienso en mi estadística. Suelo meter un 60 por ciento desde esa distancia, así que mi conclusión tras fallar el segundo es que el siguiente va a entrar. Por pura estadística. Nunca pienso en negativo, siempre en positivo. Nunca quiero tirar la bola al agua, o al búnker o fallar por el lado malo de green. Jamás. Simplemente, ocurre. Del mismo modo, hay muchas veces que cuando dejo la bola al lado de la bandera ha sido por un error. El gran público no es consciente de ello muchas veces. Ven la bola a un metro de la bandera y piensan qué golpazo, pero no es así. Es un golpe fallado porque en realidad yo estaba apuntando siete metros a la derecha y la bola ha cerrado más de lo que yo quería. Seguro que cuando pasa eso no verán a los jugadores lamentarse, ni pensar en negativo. Pues lo mismo con los otros golpes. Hay muchas veces que no estamos apuntando a la bandera, pero la acabamos dejando a un lado. En teoría, en cada ronda, hay seis banderas a las que nunca vamos, seis que depende de cómo haya sido la salida y esté la bola y otras seis a las que siempre deberíamos ir”, asegura.
«Hay muchas veces que cuando dejo la bola la lado de la bandera ha sido por un error. El gran público no es consciente de ello muchas veces. Ven la bola a un metro de la bandera y piensan qué golpazo, pero no es así. Es un golpe fallado porque en realidad yo estaba apuntando siete metros a la derecha y la bola ha cerrado más de lo que yo quería»
La disertación de Koepka es muy interesante y desmonta algunos mitos del resultadismo. Primero es que no todas las bolas cerca de bandera son buenos golpes, o buenas ejecuciones. Y lo segundo es que la diferencia entre un golpe fallado y uno perfecto no es tanta. Si cuando el rebote es a nuestro favor y la pelota acaba mejor de lo que requería nuestro golpe, no nos afecta negativamente, por qué vamos a permitir que sí ocurra al contrario. Es una reflexión que debe servir a profesionales y amateurs.
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Del mismo modo, Koepka apuntó otras dos cosas muy interesante. Sobre el eterno debate de si prepara mejor los Grandes que los torneos regulares, el de Florida insistió en que el problema es más de los otros que de él y que el tiempo pondrá las cosas en su sitio. Más o menos viene a decir que no es tanto que él gane más Majors que torneos regulares como que el resto de golfistas gana más torneos regulares que Majors. “Ya lo he explicado muchas veces. Hay un buen número de jugadores que se autoelimina de los Grandes por la presión. Además, en los Majors se pagan más caros los errores, es más difícil recuperar desde los sitios malos, mientras que en los torneos regulares se igualan más las cosas. En los últimos dos años he acabado nueve veces segundo, por lo que no he estado tan lejos de ganar más. Al fin y al cabo, llevo sólo cinco años como profesional, pregúntame dentro de diez y veremos si ese equilibrio entre Grandes y torneos regulares se mantiene igual”, explica.
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Hay que recordar que Brooks Koepka se colocó Número 1 del mundo precisamente el año pasado después de ganar en Corea. En la últimas 52 semanas ha estado en todo lo alto en un total de 33. Ha sido el gran dominador del golf en los últimos 365 días. Aún así, los aficionados lo siguen viendo más como un ‘cazagrandes’ que otra cosa. Curiosamente, las apuestas a su favor están mejor para ganar el Masters que para hacerlo esta semana en Corea. Es definitivamente un jugador distinto.