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Lo que se nos viene encima

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Hablamos de un World Golf Championship. Uno de los cuatro torneos con la etiqueta de  'Campeonato del Mundo'. Exclusivos. Hacerse un hueco en ellos está sólo al alcance de los mejores, puesto que no llegan ni a 90 los elegidos…

Pues bien, en el Bridgestone WGC, en Firestone C. C. (Akron, Ohio), encontramos ayer en los últimos diez partidos a doce jugadores norteamericanos. Pero lo que realmente nos parece digno de mención es la presencia en este selecto grupo de cinco jugadores por debajo de los treinta años de edad: Sean O'Hair (28 años), Jeff Overton (27), Hunter Mahan (28), Nick Watney (29) y Dustin Johnson (26). Todos ellos terminaban finalmente entre los 16 primeros, destacando por supuesto la victoria de Mahan.

Junto a ellos, hallamos a otros que no pertenecen a una generación demasiado alejada:  Lucas Glover (30) Bubba Watson (31) Matt Kuchar (32) o el mismo Ryan Palmer (33). Los cuatro citados han acabado entre los 22 primeros.

Rizando el rizo, y recordando que aquí no hay jugadores de medio pelo, podemos también mirar de reojo a otros americanos por debajo de los treinta años que también han estado en el Bridgestone: Ryan Moore (27), Bill Haas (28), Rickie Fowler (21), J. B. Holmes (28) o Anthony Kim (25).

De acuerdo, hay que matizar: ellos lo tienen un poco más fácil, puesto que su circuito, el americano, puntúa más en el ranking mundial y, además, tres de los cuatro 'majors' y otros tres de los cuatro WGC, se disputan en su país. Más comodidad. Mejor y más rápida adaptación. Mayor conocimiento del medio.

¿Alguno de ellos apunta al nivel de Tiger o Mickelson? Rotundamente, NO. Sin embargo, conforman un grupo estable y de altísima calidad, al nivel de los mejores.

Un ejemplo reciente y revelador:  esta generación (viva, potente y numerosa), ya asomó algo más que las orejas en el último British, con O'Hair, Watney, Overton, Fowler, Holmes y Dustin Johnson metidos entre los veinte primeros. No sólo eso: es que ellos portaron la bandera americana y acapararon el protagonismo por delante de los Woods, Mickelson o Stricker, que se quedaron atrás en la clasificación en un torneo marcado por ciertas dificultades tan clásicas de los links (viento todos los días…), ante las que suelen sucumbir los más jóvenes o inexpertos americanos, mimados y acunados en el benigno PGA Tour.

Estos parecen hechos de otra pasta. Al tiempo. Nunca serán jugadores de perfil mundial (como Sergio, Els, Westwood o Harrington), pero no se asustan tan fácilmente. Y son jugadorazos con unos niveles de profesionalización bestiales, dispuestos a rendir en cualquier escenario.