Viktor Hovland (-18) ha ganado el Hero World Challenge en una última jornada tan loca como apasionante en el Albany golf course de Bahamas. El noruego firmaba una tarjeta de 66 golpes, seis menos en el día, y aprovechaba el tremendo colapso de Collin Morikawa (-14), que salía a jugar como líder en solitario con cinco golpes de ventaja, pero que terminaba firmando un registro de 76 golpes, diez más que su joven amigo nórdico.
Señalábamos ayer en la crónica sabatina que costaba imaginar nada que no fuera la estampa de Morikawa recibiendo el trofeo de manos de Tiger Woods, el gran anfitrión. Tal era su ventaja y, sobre todo, tal era su control de la situación, su dominio del juego, del campo y del torneo. Una vez más, la tozuda realidad del golf se descacharra de la risa ante cualquier vaticinio, por razonable que parezca. Costaba un mundo pensar que el joven californiano fuera a marcar un parcial de cuatro más en el primer tercio de la vuelta, pero eso es exactamente lo que sucedía. Sendos dobles bogeys en los hoyos 4 y 6 abrían de par en par las puertas del torneo a una tropa considerable de candidatos casi condenados a luchar por el segundo puesto apenas media hora antes…
En el 4, Collin erraba el segundo tiro y fallaba al peor sitio. Bola perdida. Y en el 6, pegaba desde el centro de la calle a una bola que se le había quedado llena de barro y también se iba al peor lugar. De nuevo, bola perdida… Ya es mala suerte, qué duda cabe, pero también es cierto que Morikawa ya había comenzado la ronda algo desangelado y después de los graves percances tampoco encontraba el temple o la precisión de las jornadas anteriores.
En los partidos de delante, ahora sí, los candidatos se iban alternando. Sam Burns (-15), por ejemplo, hasta que le caía un triple bogey en el hoyo 14. O Patrick Reed (-15), que remaba mucho y bien por los primeros nueve. O Scottie Scheffler (-17), que arrasaba con un parcial de seis menos por los últimos ocho hoyos del campo. Incluso Justin Thomas (-14), que venía como loco por la primera mitad del recorrido, con un parcial de cinco menos, y que terminaría firmando la mejor tarjeta del día (64 golpes). Pero puestos a hablar de remar, de arrasar o de venir como un loco, la palma se la llevaba Hovland, que encadenaba dos eagles consecutivos en los hoyos 14 y 15 y acto seguido se dejaba el birdie dado en el 16, un par 4 con cierta vocación de monstruito, donde la mayoría de estos jugones estaban pegando este domingo a bandera desde unos 180 metros, en el mejor de los casos. Hovland aniquilaba en este punto cualquier esforzada alternativa de sus rivales y hasta se permitía el lujo todavía de terminar con sendos bogeys en los hoyos 17 y 18.
Morikawa había cincelado con determinación y maestría, a lo largo de toda la semana, una magnífica oportunidad de asaltar el trono mundial, yendo de menos a más durante las tres primeras jornadas, pero siempre en unos niveles sobresalientes de juego y resultados. Necesitaba ganar para tomar el testigo de manos de Jon Rahm, pero ha colapsado a la entrada misma del olimpo. Ha dejado claro en 2021, eso sí, que antes o después volverá a la carga. Y que mucho y bien van a tener que jugar los demás para frenarlo. Mientras tanto, el cetro sigue descansando a gusto y a buen recaudo en las manos de Jon y así lo hará hasta final de año. Lo que tenga que venir después, vendrá, pero será con el de Barrika defendiendo su posición por esos tees, fairways y greenes de Dios.
