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Así se entrena el norirlandés para mantenerse en perfecto estado de forma

La rutina de McIlroy en el gimnasio, al descubierto

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Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf
Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf

Hace tiempo que ciertos comentarios en tono despectivo en los que no se identificaba a los golfistas como deportistas quedaron completamente enterrados. Pero, por si había alguna duda, basta con acompañar un día en sus rutinas de ejercicio físico a Rory McIlroy, uno de los mejores jugadores del mundo, para comprobar hasta qué punto han cambiado las cosas en este deporte.

Desde la irrupción de Tiger Woods, el perfil del jugador de golf se ha transformado radicalmente. No hay más que echar un vistazo al top ten mundial, donde aparecen jugadores como Dustin Johnson, Jason Day, Jordan Spieth, Henrik Stenson, Justin Rose o Sergio García que hacen de su extraordinaria preparación un arma clave para alcanzar sus objetivos.

Para certificar este hecho, Neil Tappin, periodista de Golf Monthly, ha aprovechado un evento organizado por Nike para ponerse a las órdenes de Steve McGregor, preparador físico de Rory, y tratar de acompañar en su habitual entrenamiento al noirlandés, uno de los que mayor partido en el juego saca de su siempre excelente estado de forma.

Un calentamiento ‘relajado’

Tappin, que describe su estado físico como «más propio de los golfistas de los 80, mezclando periodos ocasionales de gimnasio y carrera con fases de absoluto letargo», asume que el reto es más que embarazoso. Pero hace de tripas corazón, se calza las zapatillas de deporte y se dispone a acompañar al norirlandés en una jornada de trabajo físico.

La sesión comienza con una suave carrera continua alrededor del gimnasio, para subir pulsaciones. Continúa con una serie de estiramientos, adelantando una pierna y flexionándola hasta tratar de rozar el suelo con la rodilla de la pierna contraria. En esa posición, le piden que levante el torso y gire de izquierda a derecha, sucesivamente.

El calentamiento continuó con una especie de carrera con saltos en cuclillas rotatorios, para caer en una especie de sentadilla y girar a izquierda o derecha, continuando con la serie. Terminados estos ejercicios, llegó la hora de ponerse manos a la obra. Tappin aún pensaba que podría salir «indemne» del asunto…

Primera fase del entrenamiento (se repite tres veces)

Para empezar, pesas. Sosteniendo una mancuerna en cada mano, de un peso que le permita moverse sin dificultad, se coloca de pie y luego se deja caer a una posición de levantamiento de peso (como la de los levantadores de peso antes de levantar la barra de su pecho). Este ejercicio lo repite cinco veces sin modificar su postura.

El segundo ejercicio consiste en colgarse de una barra con las manos y tratar de levantar su cuerpo hasta que la cabeza supere la altura de la barra diez veces seguidas sin pisar el suelo. La clásica dominada.

Llega la hora de bajar al suelo. Sobre la esterilla, boca abajo, apoyados en los antebrazos y la puntera de las zapatillas, toca levantar cada pierna alternativamente, manteniéndola completamente recta y sin que las caderas giren o se levanten.

Una vez completado este ejercicio, volvemos a las pesas y repetimos esta serie tres veces seguidas. Pesas, barra y suelo… Comienzan las primeras dificultades serias para aguantar el ritmo fuerte que impone McIlroy, que completa los ejercicios con una facilidad pasmosa.

Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf
Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf
Segunda fase del entrenamiento

Esta segunda fase, que habrá que repetir también en tres ocasiones, comienza con un ejercicio con pesas que consiste en combinar los estiramientos del calentamiento, adelantando una pierna y flexionándola hasta rozar la rodilla de la otra pierna con el suelo, mientras sujetamos pesas con ambas manos.

Posteriormente, nos dejamos caer al suelo en una postura similar a la que tendríamos si fuéramos a realizar flexiones, pero sin soltar las pesas. Y tratamos de levantar los brazos, alternativamente, sin soltar las pesas. Diez veces con cada brazo, casi nada…

El tercer ejercicio de esta serie son los ‘pasos laterales de pato’. En cuclillas, con los cuádriceps paralelos al suelo, movemos el pie derecho hacia la derecha, manteniendo el cuerpo recto, y después hacemos lo mismo con el izquierdo, como si estuviéramos caminando en esa dirección. Para completar esta fase hay que dar diez pasos en cada dirección.

Llegados a este punto, el periodista de Golf Monthly empieza a tener serias dudas de si podrá continuar en pie durante mucho tiempo. Aunque aparece un detalle que le motiva a seguir: increíble pero cierto, Rory ha empezado a sudar…

Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf
Rory McIlroy, en el gimnasio © Nike Golf

Turno para los ejercicios de rotación. Hay que coger un balón medicinal, levantarlo por encima de la cabeza, hacia un lado, y lanzarlo lo más lejos posible. Después, ir a recogerlo y repetir de nuevo. Así, hasta 10 veces con cada brazo.

Después de este ejercicio, regresa al comienzo de la segunda fase de entrenamiento y repite todo hasta tres veces. En total, unos 35-40 minutos de trabajo de gimnasio, que completa con una serie de estiramientos para poner todos los músculos en su sitio y evitar cualquier tipo de lesión.

Finalizado el entrenamiento, Neil Tappin reflexiona sobre el trabajo que, a duras penas, acaba de llevar a cabo junto a Rory: «Cuando me llamaron de Nike para esta sesión, creí que se trataría de ejercicios específicos para golf, algo más suave. Pero no, he comprobado que Rory lleva a cabo un entrenamiento muy completo que contribuye en su estabilidad, fuerza, flexibilidad y velocidad».

«Pese a durar sólo 35 ó 40 minutos, la intensidad fue la suficiente para acelerar la respiración de McIlroy. En cuanto a mí, trabajé músculos que habían estado parados durante mucho tiempo… Es evidente que para jugar mejor, a nivel aficionado, lo más importante es mejorar detalles relativos al swing. Pero, a nivel profesional, el gimnasio también marca diferencias. Por mínima que sea la ganancia que obtienen gracias a su preparación física, puede ser definitiva para estar o no en los libros de la historia del golf», concluye.