Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Ponemos de nuevo en pie (y con rigor) la legendaria historia del...

Ponemos de nuevo en pie (y con rigor) la legendaria historia del 18 del PGA National

Compartir
Ryder Cup 1983: Seve pega con la madera desde el bunker en el hoyo 18 del PGA National.
Ryder Cup 1983: Seve pega con la madera desde el bunker en el hoyo 18 del PGA National.

El hoyo 18 del Champion course del PGA National (Palms Beach Gardens, Florida) es uno de los más reconocibles en el calendario anual del golf de alta competición, precisamente por tratarse de un escenario apasionante donde suele decidirse cada año el Honda Classic, el torneo que arranca este jueves. No forma parte de la archi famosa Trampa del Oso (hoyos 15, 16 y 17), pero no deja de ser un punto icónico y trascendental.

Se trata de un par 5 de 556 yardas, poco más de 500 metros, con agua por el flanco izquierdo desde el mismo tee y hasta la última punta del green, cuya bandera del domingo casi se asoma al lago. El segundo tiro, por tanto, si se aspira a llegar a green de dos, es de los llamados de riesgo y recompensa, sobre todo en la última jornada, puesto que una bola algo pesada o más abierta de la cuenta puede acabar en remojo.

En este hoyo 18, como muchos saben, tuvo lugar uno de esos golpes que dejan huella y alimentan el mito y la leyenda. El protagonista, Seve Ballesteros. El escenario, la Ryder Cup de 1983, en el hoyo final del partido de la jornada de individuales que enfrentaba al cántabro con Fuzzy Zoeller. Como quiera que no existen imágenes de tal maravilla, las versiones no son todas exactamente coincidentes. Como además aquel hoyo 18 original no se conserva en la actualidad exactamente como era en 1983, pues Jack Nicklaus acometió un profundo rediseño en 2002, menos referencias todavía se tienen para abrochar con rigor el relato.

Pero quizá ha llegado la hora de hacerlo, acudiendo a todas las fuentes que la amplia ‘hemeroteca’ de Internet nos brinda, apelando también al sentido común y con el toque de paciencia necesaria para eliminar los datos menos fiables en la confrontación de todos ellos.

El contexto. Seve venía superando con autoridad a Zoeller en el primer partido de la jornada de individuales y por eso no hay imágenes del duelo. En aquel entonces, la retransmisión televisiva no era ni mucho menos completa, del primero al último partido, y de hecho el directo arrancó con este partido ya finalizado. Pero Zoeller reaccionaba a partir del hoyo 11 y ganaba los hoyos 12, 13, 15 y 16, según recordaba Nick de Paul, el caddie de entonces de Seve, y después de empatar el 17 (que al igual que hoy era un par 3 tenebroso, con obstáculo de agua entre medias, aunque el rediseño del Oso Dorado acercó el green al lago, haciéndolo todavía más acongojante) se plantaban en el tee del 18 con el partido empatado y todo por decidir.

En el hoyo 18, el momento de la verdad. La salida de Zoeller, según De Paul, iba a calle. La de Seve… Un hook a la izquierda que llevaba la bola a un rough profundo por la izquierda. Desde allí, trataba de meter un hierro 4 para ganar todo el terreno que pudiera, pero el tiro salía defectuoso y apenas avanzaba unas decenas de metros y la bola, además, iba a parar a un bunker situado en ese flanco izquierdo de la calle. Hoy, esta trampa de arena, tal y como era exactamente, no existe, aunque tampoco ha variado tantísimo, tal y como se comprueba en la comparativa fotográfica histórica (cortesía de Google Earth, por cierto). Si se mira con lupa, se comprueba que la distancia del bunker respecto al green es muy similar a la actual. También se aprecia cómo desaparecieron los bunkers del lado derecho, que pueden atisbarse en la foto del golpe de Seve, por detrás del cántabro.

Panorámica del hoyo 18 tal y como lo jugó Seve en la Ryder de 1983.
Panorámica del hoyo 18 tal y como lo jugó Seve en la Ryder de 1983.
El hoyo 18 del Champion course en la actualidad.
El hoyo 18 del Champion course en la actualidad.

La bola estaba situada en el bunker a unos cuatro o cinco metros de un talud que se elevaba aproximadamente un metro y medio de altura y a 245 yardas del green. Zoeller vio tan bien el asunto que prefirió no arriesgar, pegando un hierro para dejarse un tercer tiro cómodo con un wedge. En tal tesitura, Seve y su caddie valoran a fondo la situación y el mago cántabro le pide que le pase su baqueteada madera 3 Toney Penna… El resto es historia, aunque no exista ninguna placa para recordarlo y conmemorarlo. Seve pegó un golpe sencillamente perfecto, encontrando la mismísima yema, poniendo la bola rápidamente en vuelo alto y llevándola hasta la misma entrada del green. Zoeller dispuso de un putt de unos tres metros para hacer el birdie, pero no lo convirtió y Ballesteros, con dos putts, igualaba el hoyo y el partido terminaba empatado.

En este punto conviene recordar la explicación que en su día aportó el jugador escocés Ken Brown, compañero de Seve en aquel equipo europeo de la Ryder, para situar con rigor la dimensión del reto. Brown señalaba que en aquellos tiempos, con aquellas maderas, muy pocos conseguían hacer de vuelo siquiera 240 yardas con una madera 3. Y eso, ¡pegando desde el tee! Sin embargo, Seve superó esa distancia de vuelo desde la arena, enhebrando además una maderita abierta, porque su bola salió muy por la izquierda (de hecho, antes de tirar pidió a los aficionados que estaban situados en ese lado que se apartaran un poco) y fue abriendo, abriendo hasta posarse en el green, burlando siempre al permanente obstáculo de agua que acompaña a todo el hoyo por la derecha.

Existen un par de fotos que se atribuyen a tal momento y que, en efecto, parecen retratarlo, una de las cuales abre este reportaje y son las que aparecen en el video. Es una verdadera lástima que no haya más imágenes del golpe que Jack Nicklaus, capitán del equipo estadounidense en aquella Ryder y testigo presencial del hecho, no dudó en significar como el mejor que había visto en su vida. Bien pudiera haberse acordado cuando rediseñó el campo y quizá proponer algún recordatorio…

Según algunas versiones, la bola de Seve sobrevoló el agua, pero realmente parece imposible que así lo hiciera si nos atenemos a los testimonios que señalan que la bola salió incluso del bunker con una línea que apuntaba a unos treinta o cuarenta metros a la izquierda del objetivo, el green.

Hay quien dice todavía que Seve pegó en aquel bunker el segundo tiro y que igualó el hoyo con birdie, pero al respecto no existe ninguna duda. Incluso, se ha llegado a señalar que Zoeller también fue al rough de salida, aunque en mejor posición que Seve, y que por ello buscó de tres el green. En este caso parece razonable fiarse de Nick de Paul, que asegura que su tiro de salida fue a calle.

Tampoco parece haber unanimidad en las distancias que Seve manejó con el putter en el green, pero la bandera estaba aquel día al fondo y a la izquierda (era un green distinto al de hoy) y parece que el español tiró un primer putt de unos quince metros, con su bola en la entrada del green (hay quien habla incluso de chip y putt, pero fueron dos putts).

Más curiosidades, para terminar. Langer también ha dicho alguna vez que fue el mejor golpe nunca visto… Pero él no pudo verlo, pues iba jugando dos partidos por detrás de Seve y acabó su duelo contra Gil Morgan en el 18. Nick Faldo también se ha referido a este hecho casi legendario en alguna entrevista… El inglés iba jugando en el segundo partido de la jornada de individuales, justo por detrás de Seve y Zoeller, pero él ganó su duelo ante Jay Haas en el green del 17, así que es posible que tuviera tiempo de ver el golpe.

Por cierto, Seve jugó en siete ocasiones el Honda Classic, pero obviamente nunca lo hizo en el PGA National, que es sede del torneo desde 2007. Esta semana, pongamos por ejemplo, cuando el partido estelar del domingo camine por la calle del 18, quizá podamos abrir un paréntesis y tratar de imaginar a Seve allá, en el flanco izquierdo, en un bunker que hoy no existe pero sobre el que se situó uno nuevo más amplio, pidiéndole la madera 3 a Nick de Paul. Y al caddie cerrando los ojos y rebuscando una urgente plegaria.

Nota: El hecho de detenerse con tanta minuciosidad en un golpe como éste está perfectamente justificado por la dimensión que el propio Severiano le concede, teniendo en cuenta además que no sirvió para ganar un torneo, un Major, una Ryder y ni siquiera su propio punto individual. Así es como lo valoraba el cántabro en su autobiografía: «Jack Nicklaus, que era el capitán del equipo americano y que ya se frotaba la manos al verme en la arena, más tarde se acercó a mí para decirme: Seve, es el mejor golpe que he visto en mi vida. ¡Vaya cumplido! Si Jack lo dijo de corazón o porque estaba contento por haber ganado la Ryder, no lo sé. Sí sé que, al revés que mi amigo Gary Player, Nicklaus no es dado a los elogios exagerados. También sé que si de todos los buenos golpes que he dado en toda mi carrera tuviera que escoger alguno, sería éste. Creo que, por muchas razones, es superior al chip del Birkdale en 1976, más que el segundo golpe en el hoyo 2 de la última vuelta del Masters de 1983, y más que el chip del hoyo 18 del Open Británico de 1988».