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Qué hacer o no hacer para que no te roben el bocadillo

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Phil Mickelson. © Golffile | Eoin Clarke
Phil Mickelson. © Golffile | Eoin Clarke

Dice Jay Monahan, máximo dirigente del PGA Tour (comisionado, que se dice por estos lares) que no hay día que no se levante de la cama con la sensación, o el temor, de que alguien pueda quitarle la comida de la mesa, dicho así literalmente, de un modo muy expresivo. Que no te roben el bocadillo, diríamos en España. Se refería, como es obvio y por encima de cualquier otra amenaza, a la pelea que mantiene con la iniciativa saudí por un nuevo orden del golf mundial.

En una larga rueda de prensa (unos tres cuartos de hora) en la imponente sede central del PGA Tour, sita en el TPC Sawgrass (Ponte Vedra Beach, Florida), donde se celebra esta semana el THE PLAYERS, torneo bandera del circuito, Monahan ha subrayado en varias ocasiones a lo largo de su intervención el apoyo público mostrado por los mejores jugadores del mundo al PGA Tour en las últimas fechas. A partir de aquí, reconoce (aunque sea con la boca pequeña, según de que temas se trate) que el PGA Tour debe mejorar en algunas cuestiones.

Un ejemplo. Minutos antes que él, también en rueda de prensa, Rory McIlroy se refería a un campo muy concreto en el que el circuito podría mejorar, como es el de la transparencia con las sanciones a los jugadores. Monahan, informado al respecto, señalaba en broma que Rory sería suspendido por haber dicho eso… A continuación, ya en serio, reconocía que este era un viejo debate por el que el PGA Tour ha recibido muchas críticas y abría claramente las puertas a una revisión en la línea de transparencia solicitada por Rory.

Acto seguido, y respondiendo a diferentes preguntas, todas sobre la misma cuestión y protagonista, Phil Mickelson, Monahan no terminaba de aclarar si está sancionado por el PGA Tour ahora mismo o si su ausencia sólo responde a la voluntad confesa del jugador de quitarse un tiempo de la vida pública y la competición. Ay, la transparencia.

Sin embargo, el comisionado hacía público por primera vez un dato muy jugoso, como es el de la reserva financiera del circuito, que ahora mismo asciende a 225 millones de dólares y que prácticamente alcanzaba los 300 millones antes de la pandemia, tiempo en el que el PGA Tour ha hecho mucho más que salvar los muebles, sacando adelante la competición con una solvencia y poderío descomunales. Echando mano de esta reserva, entre otros recursos, el circuito estadounidense ha sido capaz de elevar la bolsa de premios de los torneos en un abrir y cerrar de ojos. Basta mirar la de esta semana, que asciende por primera vez en la historia del golf a veinte millones de dólares, de los que 3,6 serán para el ganador.

Más cuestiones que tienen que ver con la transparencia. El famoso Player Impact Program, el bonus de 40 millones de dólares del PGA Tour para premiar a los golfistas más influyentes según una serie de parámetros que el común de los mortales no termina de entender ni tiene la posibilidad de calcular. El comisionado ha confirmado que se va a mantener el actual sistema hasta finales de 2022, pero deja caer que puede haber cambios para los próximos años. No descarten que esa partida del presupuesto se reparta de otra manera más transparente y objetiva.

Monahan tiene claro que el futuro del PGA Tour también pasa por tener contentos a los mejores jugadores del mundo. Varias veces han expresado en alto su deseo de estar más presentes y con más capacidad de decisión en el día a día del Tour. En este sentido, Monahan también ha abierto las puertas. “Vamos a estudiar incorporar a más jugadores en los órganos de gobierno del PGA Tour y haremos un esfuerzo por conseguir que se sientan los auténticos dueños del circuito”.