Hace ocho días, estos muchachos cantarines de Ten Golf se plantaron en la calle Betis para poner en marcha su particular Race to Puente de Triana, iniciativa que esperan convertir en milenaria para despedir el año en curso. Me apunté la idea y me fui al sevillanísimo barrio a disfrutar de su Cabalgata de Reyes, que como la de todos los barrios se celebra un día después del cortejo de la ciudad. Race around Triana.
Si Jon Rahm tuvo que tripatear varias veces en la discreta segunda jornada del Sentry Tournament of Champions, servidor se pateó de arriba abajo decenas de calles, con cero verde en el piso y mucho caramelo espachurrado, en la otra orilla del río Guadalquivir.
Y, entre pitos y flautas, se me hizo tarde porque después de una buena caminata, qué menos que un refrigerio. O dos. O tres. Total, entre los Reyes Magos y la(s) posterior(es) punta(s) de solomillo en el clasiquísimo bar Las Golondrinas de Pagés del Corro se me echó el tiempo encima. Y llegué tarde al comienzo del torneo hawaiano. Lo sé: excusatio non petita…
Pillé a Rahm en el hoyo 4 y, menudo mazazo, ya llevaba dos bogeys. Valoré volver a un bar (por él y por mí), pero tiré de responsabilidad. El otro revés es más prosaico: los politos que lucían muchos jugadores. Entiendo que hay que mimetizarse con el entorno y que las estampadas prendas son un guiño a las floreadas vestimentas de los felices hawaianos que habitan el archipiélago, pero no todo vale… Si levantara la cabeza el periodista de moda Carlos García-Calvo (y fuera aficionado al golf), le daba un pasmo…
Rahm, siempre luchador, se fajó y fue a más en un campo al que estos hachas le hincan rápidamente el diente. Sumó cinco birdies hasta el final de la vuelta, pero no sólo se dejó más oportunidades claras para obtener más recompensa, como en los dos pares cinco de los segundos nueve, sino que resbaló en el 17 con un doloroso bogey que lo aleja a cinco impactos del líder, Collin Morikawa, con Scottie Scheffler, hambriento por cazar el número uno mundial, J. J. Spaun, Jordan Spieth y Tom Kim merodeando por la zona alta.
Si el campeón español levanta el vuelo en los dos días finales y se corona al fin en el Plantation Course at Kapalua, propongo instaurar otra tradición: convidarlo a la Race around Triana para que disfrute del arrabal hispalense. Lo prometido es deuda.
