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Sergio García y la pinza como solución definitiva

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De un modo recurrente Sergio aparca el putt de pinza y retoma su agarre natural o tradicional, llámenlo como quieran. Ha vuelto a hacerlo en este THE PLAYERS y el resultado está siendo horroroso, hasta el punto de haber utilizado de nuevo la pinza en la segunda jornada durante los últimos cuatro hoyos. Teniendo en cuenta que ha fallado diez putts de menos de diez pies (tres metros), según él mismo ha asegurado, y acudiendo a sus estadísticas medias de conversión de putts desde esas distancias, no hay que ser un genio para concluir que en circunstancias normales ahora mismo andaría rondando el liderato del torneo, o incluso sería líder en solitario, porque sin duda ha sido el mejor de tee a green y nadie las ha dejado tan cerca, tantas veces.

¿A qué viene tanto cambio en el grip? Porque esta no es la primera ni la segunda vez que hace el intento en lo que llevamos de temporada. Visto desde fuera no se entiende demasiado, cuando en 2014 fue uno de los mejores pateadores del circuito americano en determinadas estadísticas.

Hay una explicación fundamental. Vayamos a las raíces. Sergio adoptó el sistema de pinza para restar acción a su mano izquierda, que llegado un momento le estaba dando muchos problemas. Bajo presión, no controlaba como pretendía la acción de esa mano. No eran yips, pero como si lo fueran. Y el cambio le fue bien paulatinamente hasta llegar a dar magníficos resultados, sobre todo con los putts cortos y medios. Sin embargo, y este es el ‘quid’ de la cuestión, jamás ha llegado a interiorizar, a pesar de los años, este nuevo agarre como una SOLUCIÓN DEFINTIVA. Siempre lo ha visto como un parche, rememorando constantemente sus tiempos de excelente pateador con su agarre habitual, el que había utilizado desde niño y le había llevado a ser (a veces nos olvidamos de ello) uno de los mejores pateadores del mundo.

Es por eso que durante las vueltas de práctica suele utilizar el grip tradicional (cuando no existe la presión del resultado), tratando de darle siempre su sitio, y de vez en cuando lo saca de nuevo del banquillo, porque su idea es volver a patear como antaño antes o después. Hasta el día de hoy, además, ese plan es innegociable dentro de su cabeza. Este año 2015, además, él siente que está fallando más de la cuenta con la pinza desde distancias más bien cortas.

La cuestión, por supuesto, es si realmente no le iría mejor apostando definitivamente por un modo y comprometerse al ciento por ciento. La ortodoxia así lo dicta, indiscutiblemente, pero Sergio García es seguramente el más heterodoxo de los golfistas en muchas y variadas cuestiones. Y tan mal no le va…

Y ya que hablábamos de los famosos yips, aunque fuera de pasada, digamos que Kevin Na, uno de los dos líderes del THE PLAYERS, nombró ayer en rueda de prensa esta palabra maldita entre los profesionales. Ese pequeño temblor incontrolado que se sufre normalmente en las manos y que martiriza al jugador a la hora de realizar el swing, bien pateando, bien atizando a la bola. Ha contado que por momentos no era capaz de subir el palo (los famosos waggles), cómo y cuánto sufría por ello y que tampoco entiende cómo era capaz de desarrollar incluso su mejor juego con este problema, cuando lo normal es que los yips sean sinónimo de mal juego.

Detrás de todas las explicaciones anda siempre latente su lentitud en el juego, naturalmente. Y hay que ponerse en su piel. Si te ganas la vida subiendo y bajando un palo y tienes problemas para iniciar el movimiento… Sin embargo, también hay que puntualizar en honor a la verdad: la preparación de sus golpes es terrorífica muchas veces. Un ejemplo práctico. Hace unas semanas Na venía jugando con Olazábal en el Masters y en el hoyo 9 tardó dos minutos y quince segundos en preparar un aprochito alrededor de green, cronometrado por nosotros, reloj en mano. Es cierto que el golpe era delicado y que Augusta es Augusta, pero el bueno de Na peca demasiadas veces también de comenzar a preparar su golpe cuando le llega el turno, en lugar de ir adelantando trabajo mientras los demás juegan.