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Sergio no se inventa nada, según demuestra Golf Channel

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Duro y áspero. Así está resultando, visto desde fuera, el transcurrir del partido entre Tiger Woods y Sergio García, el duelo estelar que cerraba la tercera jornada del THE PLAYERS Championship.

Un duelo que, como otros tres partidos más, no pudo terminar ayer su ronda por falta de luz. Si fuera un encuentro a match play no se concederían ni los putts de dos centímetros.

El español no tuvo problemas en hacer pública su molestia por un incidente en el hoyo 2. Entendía Sergio que el norteamericano no había mostrado el cuidado suficiente en permanecer quieto mientras él ejecutaba el swing del segundo tiro en la calle de este par 5. Tiger explicaba después que él se movió atendiendo a una señal de un marshal, quien le dijo que García ya había pegado a la bola, y entonces fue cuando cambió la madera 5 por la madera 3, que fue lo que hizo que los aficionados estallaran de júbilo…

Imágenes paralelas de Tiger y Sergio en el polémico momento, editadas por Golf Channel (LO PUEDEN VER EN ESTE ENLACE), vienen a demostrar que Sergio no se había inventado nada. Tiger, en efecto cambia de palo y provoca la reacción del público mientras Sergio realiza el swing. ¿Entonces? ¿Miente Tiger? Parece que no cuenta toda la verdad. O la interpreta de un modo muy particular… El problema es que la verdad no es interpretable.

El debate, ahora, ya está siendo desviado de un modo sibilino a otros caminos que interesen más a los defensores de Woods y a los detractores de Sergio: que sí, que el español puede tener razón, pero que es un quejica, que debería centrarse de verdad sólo en su juego… Para, al final, acabar como siempre: «mira, uno ha ganado catorce grandes y otro ninguno, por algo será».

Sergio lo sabe. Doy fe de que sabe que siempre es más sencillo dar la razón al que ha ganado catorce grandes y ningunear a quien osa chistar. Pero ha tomado una decisión personal e intransferible: a este tío no le voy a pasar ni una. Y Tiger debe entender cuanto antes (quizá ya sea tarde), que la dimensión de extraordinario campeón lleva aparejadas unas obligaciones que van más allá del palmarés. Honorabilidad, exquisitez, juego limpio…

Creo sinceramente que nada de esto beneficia a Sergio. Y me da rabia. Porque él no es ningún prodigio de concentración, tiene la sangre caliente y este tipo de situaciones pueden sacarlo de quicio. Y además no hay que ser un genio del marketing para manchar su imagen…

Pero por otro lado me conmueve su postura. Es como si le dijera a Woods: es muy probable que me ganes en el campo ocho de cada diez veces, porque eres muy bueno, pero no te voy a permitir que encima me chulees sólo por el hecho de que no somos amigos.

Al final, por favor, no olvidemos el fondo de la cuestión: Tiger no actuó ayer con el cuidado y el respeto debidos y después contó la película de otro modo. Una situación que empieza a hacerse costumbre, por cierto. La guerra psicológica forma parte del deporte, pero este hecho concreto, ya descrito, rebasa ligeramente los límites.