Sepp Straka (-10) se ha convertido este domingo en el primer golfista austríaco que gana en el PGA Tour. Ha conquistado el Honda Classic con una ronda final de 66 golpes, rematada con tres birdies de fábula en el 14, 16 y 18, éste último bajo un intenso chaparrón en el PGA National.
Straka se ha colado por la puerta de atrás, aprovechando un día de perros de Daniel Berger (-7), 74 golpes en la última jornada, y el error desde el tee de Shane Lowry (-9) en el hoyo 18. El irlandés, bajo una cortina de agua, cerraba más de la cuenta su drive y terminaba en el rough alto de la izquierda. Ahí terminaron sus opciones de cazar de dos este par 5 final y se le complicaba muchísimo el birdie. Su tercer golpe tampoco fue bueno y acabó con un par que le supo a rayos.
Es verdad que no tuvo suerte con la lluvia, pero no es menos cierto que Straka jugó bajo el mismo aguacero ese hoyo 18 y sacó un birdie de manual, pateando para eagle. Nada que objetar.
Es día de fiesta en Austria. Se quebró la historia con un jugador que ya había avisado en alguna ocasión. Un golfista valiente, que ascendió a la primera división en 2019 desde el Korn Ferry Tour, formando universitariamente en Estados Unidos y que siempre ha demostrado una facilidad inusitada para hacer birdies.
Tiene 28 años y nunca ha tenido problemas para mantener la tarjeta. Entre 2020 y 2021 sumó seis top ten en el circuito americano, aunque realmente en los últimos seis meses de la temporada entró en una especie de agujero negro. De los últimos 14 torneos que jugó en 2021 falló nueve cortes. En 2022 no había cosechado resultados extraordinarios, pero al menos había recuperado la consistencia. Había pasado los cinco cortes y ya en el Genesis mostró un nivel muy alto acabando decimoquinto.
Berger sigue con su historia negra en el Honda. Cayó en el desempate en 2015, en su primera participación, fue cuarto en 2020 y este año ha dejado escapar una ventaja de tres golpes en la última ronda. Es su torneo, se juega junto a su casa, pero de momento no puede decir aquello de es profeta en su tierra. El día se le complicó muy pronto con un doble bogey muy costoso en el hoyo 3, casi un error no forzado, ya que le cayó sin ninguna penalidad. Después, el putter fue una auténtica tortura.
El torneo parecía que se iba de nuevo para Irlanda, como en aquella primera vez que Berger cayó frente a Harrington, pero Lowry no ha sido capaz de rematar la bonita faena que estaba dibujando. Parece mentira decir esto de un irlandés que, además, ganó el Open Championship bajo unas condiciones de perros en Royal Portrush, pero ha dado la sensación de que la lluvia le ha sentado fatal.
