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THE CJ CUP | RAS DE HIERBA DE LA SEGUNDA JORNADA

Su gozo (el de Lowry y otros), en un pozo

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Scottie Scheffler arrancó como un rayo ayer, aunque luego volviera a las andadas. © Golffile | Eoin Clarke
Scottie Scheffler arrancó como un rayo ayer, aunque luego volviera a las andadas. © Golffile | Eoin Clarke

Parece que no va a soplar tanto el viento sobre el Congaree Golf Club esta tarde de sábado. No, desde luego, con una intensidad mantenida en torno a los 35/40 kilómetros por hora. El gozo de Shane Lowry, que esperaba citarse con Eolo para echarle picante, en un pozo. De todos modos, el irlandés ya se ha procurado sus buenas opciones de éxito esta semana sin la ayuda del viento. Tampoco le ha ido mal a Kurt Kitayama, colíder, en condiciones ventosas. Basta recordar aquel triunfo suyo en Omán hace tres años, cuando al menos en dos jornadas sopló el viento de lo lindo. De todos modos, aguardemos con paciencia a ver lo que ocurre, porque hay partes ciertamente contradictorios al respecto.

En lo que atañe a Jon, mejor que se confirme cierta calma meteorológica, sobre todo porque el viento más fuerte se esperaba a partir del mediodía, de tal modo que al español le pillaba toda la jarana de principio a fin, mientras que algunos jugones que salieran horas antes todavía iban a tener más oportunidades de reengancharse a un domingo caliente. Sería el caso, por ejemplo, de Justin Thomas o incluso de Scheffler, Fitzpatrick o Morikawa, por citar sólo los nombres más ilustres.

Y ya que hemos mentado a Thomas… Se hace más duro para un jugador como él eso de firmar un 73 cuando tu insigne compañero de partido, Rahm, se ha ido a un glorioso 62. El golf es un deporte individual, por supuesto, y cada cual va a lo suyo, midiéndose tan solo con el ‘enemigo’ común, que es el campo… O eso es lo que cada cual pretende. Porque después, sobre todo si las cosas se complican, no hay manera de abstraerse de lo que ocurre en tu partido. Y, cómo decirlo, eso de mojarle la oreja al de al lado, sobre todo cuando se trata de otro top ten mundial, es algo así como un tabú en el golf profesional, porque nadie se refiere a ello nunca, pero está ahí presente.

Vaya cómo arrancaba Scheffler la segunda ronda. Con cuatro birdies consecutivos, ni más ni menos. En la serie, además, incluía putt embocados de birdie medios y largos (uno de unos cinco metros y otro de doce). Aquí viene al fin Scottie, pensábamos todos. Sin embargo, los cambios de dinámica suelen llevar algo de más tiempo: en el hoyo 5 fallaba un putt de birdie de menos de dos metros y el panorama se le nublaba. Desde ese punto se iba a dejar por el camino muchas y buenas opciones y, de hecho, sólo iba a fallar tres greenes en regulación, con un desesperante saldo de dos bogeys en esos hoyos.

En tan solo 36 hoyos disputados Jon Rahm le ha hecho al menos un birdie a 14 de los 18 hoyos del Congaree Golf Club. Curiosamente, dos de los cuatro hoyos que le quedan por conquistar son dos de los tres pares 5 del recorrido de Carolina del Sur (hoyos 2 y 12). Pura anécdota: no importa dónde, sino cuántos (birdies, claro).

– Shane Lowry partió accidentalmente su putter en mitad de la vuelta del jueves. No se trató de un acceso de rabia o enfado, sino una concatenación de desgraciados movimientos: el irlandés sacó el putter de la bolsa con más energía de la habitual y se le resbaló de las manos, tratando de amortiguar la caída con un pie, con tan mala fortuna que impactó justo en la zona donde el grafito se une con el acero… La historieta posterior es más o menos conocida: Lowry pateó dos hoyos con el filo de su lob wedge, antes de que su agente le trajera otro putter de emergencia. Después de la ronda, se desplazó una hora en coche a una PGA Tour Superstore, donde adquirió dos putters. Pero lo mejor de toda la historia lo desvelaba ayer el propio Shane y ocurrió justo en los momentos posteriores al pequeño accidente: “tuve que levantar a Matt (Fitpatrick) del suelo del ataque de risa que tenía”.

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