No había sido la mejor temporada de Jon Rahm (-11) en el PGA Tour. Y eso que había ganado un torneo. Y eso que en el US Open salía el domingo con todas las opciones de revalidar el título. Y eso que, además del triunfo en México, había sumado hasta diez top ten más en el PGA Tour. Y eso que, en definitiva, terminaba 15º en la Fedex Cup, resultado que tampoco puede considerarse ningún desastre.
Pero no, no había sido una temporada redonda. Así que a Jon sólo le quedaba (le apetecía, ansiaba) seguir apretando, por aquello de darle la vuelta al año fuera como fuera, aunque el bacalao ya estuviera todo repartido en agosto a aquel lado del Atlántico.
Y entonces llegaba aquella última ronda en Wentworth de 62 golpes que a punto estaba de darle el triunfo; y la exhibición de jueves a viernes en el Open de España, con otro 62 incluido en la ronda final… Y entonces ha llegado también este despliegue furibundo en la segunda jornada del The CJ Cup, con una tarjeta más de 62 golpes, la tercera en sus tres últimas comparecencias, que lo ha llevado a lo más alto de la clasificación, a un coliderato compartido con Kurt Kitayama (-11), qué curioso, el mismo jugador con el que se jugó el triunfo en los últimos hoyos en México.
El disparo de Jon desde la calle en el hoyo 17 puede resumir perfectamente la ronda mayestática del vasco. Pegaba un tirazo desde casi 180 metros y estaba a punto de embocar. Tanto es así, que por veces que uno lo vea repetido, sigue sin entender cómo esa bola regateaba la cazoleta en el último centímetro, para quedarse un palmo por detrás. Poco o nada importaba que cerrase la jornada con un bogey en el 18, aunque le escocería lo suyo al jugador español. Ese tiro del 17, decíamos, puede ser un buen resumen de la vuelta porque siendo casi inmejorable (birdie dado desde 180 metros), aún pudo ser mejor… Como su vuelta. Siendo casi inmejorable, y sin ánimo de desear imposibles, aún pudo ser mejor.
Qué modo de correrle la bola en los greenes. Vaya putts los que iba enchufando aquí y allá. Y vaya solidez desde el tee (13/14 calles cogidas). Por los primeros nueve del Congaree Golf Club Jon se acercaba un poco más a la bandera y, cuando no lo hacía, como en el hoyo 8, la metía desde la arena. Por los segundos nueve iban cayendo los puros, uno detrás de otro. Desde seis, siete o diez metros. Desde el mismo green, obviamente, o desde fuera, como en el hoyo 16. La manera que tiene Rahmbo de darle la vuelta a las cosas: el jueves no había terminado de sentirse a gusto, de salvar todos los pequeños escollos, aunque en realidad se intuyera que había traído a Carolina del Sur la misma dinámica positiva de Wenworth o Madrid, más fino que otra cosa.
El de Barrika ya ha dejado su huella en este bello recodo de la costa este estadounidense, pues ha batido el récord del campo, hasta ahora establecido en 64 golpes, además, por supuesto, de haber entregado la mejor tarjeta del día, con un margen de tres golpes sobre la siguiente. Un interesante colchón para el fin de semana, teniendo en cuenta que mañana, sábado, se va a levantar el viento de verdad sobre el Congaree, sobre todo para los últimos partidos, que jugarán los 18 hoyos de principio a fin inmersos en rachas que van a superar los 40 kilómetros por hora.
Rory McIlroy (-9) aparece ahora mismo como el otro gran candidato, después de cerrar una ronda más eficiente que brillante. Aunque cualquiera descarta al mismo Kitayama, o a Cam Davis (-10) y Aaron Wise (-10). O a Tyrrell Hatton (-7), Billy Horschel (-7), Shane Lowry (-7) o Tom Kim (-7). Por encima de todos ellos, muy por encima, ha volado imperial el ‘morrosko’, que sale mañana en el partido estelar junto a Kitayama y Davis a partir de las 19,10 (hora peninsular española).
No se mueve Jon como pez en el agua en condiciones ventosas, esa es la verdad, para qué engañarse. Digamos que no es su punto fuerte. Pero ya se sabe también cómo le gusta a este tipo darle la vuelta a las cosas…
