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Merece la pena detenerse en el hoyo 16 de Jon Rahm y Justin Thomas

Una moña, un sapo, un chipecito fino, un putt delicado y una gran lección

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Justin Thomas. (Photo by Ron Jenkins/Getty Images)

Si abriéramos las tarjetas de hoy de Jon Rahm y Justin Thomas, compañeros de partido en la tercera jornada del RBC Heritage (también lo fueron el jueves y el viernes), difícilmente nos llamaría la atención, a simple vista, lo que ha ocurrido en el hoyo 16, donde ambos firmaban el par.

Pero hay maneras y maneras de sumar cuatro golpes en un par 4. Lo que ha ocurrido con estos dos jugadores en el 16 no deja de ser un corto de acción, con brochazos de terror y un final moderadamente feliz en el que ganan los buenos. O por lo menos no pierden.

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Desde el tee, Thomas pegaba una buena salida, a calle, y se dejaba un segundo tiro que no llegaba a los 106 metros. Rahm, sin embargo, se iba a demasiado la izquierda, a una zona traviesa y complicada, un arenal gigante salpicado de moñas de hierba salvaje. Una vez allí, no encontraban la bola, hasta el punto de andar muy cerca de consumir los tres minutos pertinentes de búsqueda. Al final aparecía, aunque no estaba ni medio jugable… El español se veía obligado a dropar hacia atrás, en línea a bandera, y acto seguido pegaba un gran golpe y se dejaba una opción de salvar el par desde unos dos metros de distancia.

Thomas, por su parte, erraba un segundo tiro muy corto y que en apariencia no presentaba excesivos problemas, yéndose por la derecha de la bandera. La posición de su bola, no obstante, no parecía muy mala, aunque este tipo de aprochitos siempre tienen dificultad. El norteamericano estaba a unos diez metros del hoyo, pero pegaba un sapo en toda regla y la bola ni siquiera llegaba a green. Luego, la embocaba con un chipecito delicado y certero…

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Jon, finalmente, también enchufaba su putt para salvar el par. Pero incluso este putt de unos dos metros (el PGA Tour lo medía más corto, de metro y medio; dejémoslo en 1,80), sin apenas caída ni excesiva complejidad, tenía mucha más enjundia de lo que aparentaba. Así era, puesto que el de Barrika venía de fallar dos putts de birdie consecutivos en los hoyos 14 y 15 desde una distancia similar, aunque algo más cortos.

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La lección final es prometedora. Vayamos incluso un poco más atrás. En el hoyo 13 Rahm estaba a punto de embocar desde la arena para birdie. Tanto, que la bola tocaba hoyo y mástil, pero se salía con una corbatita burlesca. A continuación, erraba los citados putts cortos de birdie en los hoyos 14 y 15… Él sabía que su espectacular remontada necesitaba un empujón final para salir de verdad con opciones de victoria el domingo y, sin embargo, su lenguaje gestual nos mostraba en todo momento, en todo aquel tramo de tres o cuatro hoyos, a un jugador muy metido en la faena, muy centrado, que no perdía tiempo ni energías en lamentos o calentones. Estas muestras de excelente y serena actitud, que Jon está trabajando tantísimo, terminarán por darle un valioso rédito.

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