Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Una trampa con forma de cráter en el 16 del Stadium Course
El American Express cuenta con un búnker del que es casi imposible salir con éxito

Una trampa con forma de cráter en el 16 del Stadium Course

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Búnker dle 16 en el Stadium Course del PGA West
Búnker dle 16 en el Stadium Course del PGA West

Uno de los grandes atractivos del American Express, torneo del PGA Tour que se disputa esta semana en La Quinta, California, se encuentra en el Stadium Course del PGA West, uno de los tres campos que se juegan en rotación en las tres primeras rondas del torneo. Nos referimos, cómo no, al tremendo y gigantestco búnker que protege el green de su hoyo número 16, una trampa de arena que más que un obstáculo de juego es un auténtico cráter del que se antoja prácticamente imposible salir con éxito.

Este Stadium Course diseñado por Pete Dye se convirtió en un campo polémico por su enorme dificultad, hasta el punto de desaparecer del calendario del PGA Tour durante décadas. Varios jugadores llegaron a solicitar al circuito que ningún torneo de la gira se disputara en este escenario por su dureza. Pero en 2016, tal vez ya en unas condiciones menos intimidantes que antaño, salvo el dramatismo de sus últimas banderas, volvió a la agenda para hacer las delicias de los aficionados.

«Le damos a los profesionales la oportunidad de ejecutar grandes golpes», dijo en una ocasión Dye sobre este recorrido. «Construye el campo de golf más difícil del mundo», le habían pedido los promotores del proyecto, Ernie Vossler y Joe Walser, y Pete se esperó de lo lindo en cumplir su deseo.

El prestigioso diseñador ya le había dado forma al Stadium Course del TPC Sawgrass a partir de un pantano de Florida, un trabajo que le dio una enorme reputación en el mundillo. El TPC Sawgrass se estrenó como sede en el THE PLAYERS de 1982 y su dificultad provocó tremendos quebraderos de cabeza entre los jugadores. Poco después, fue cuando Dye recibió este encargo en la otra cosa, en pleno desierto californiano de Coachella Valley.

El Stadium Course del PGA West fue considerado el campo más difícil de Estados Unidos en su inauguración. Su puntuación media, de 77,1 golpes, fue la más alta jamás otorgada hasta entonces por la Asociación de Golf de los Estados Unidos. Unas cifras que contribuyeron a su elección inicial como sede de la Ryder Cup de 1991, aunque el torneo finalmente se trasladara a otro recorrido diseñado por Dye, el The Ocean Course de Kiawah Island en Carolina del Sur, por la preocupación que generaba la celebración de un evento intercontinental en el huso horario del Pacífico.

En su debut en el PGA Tour en 1987 se pudo comprobar que el trabajo de Dye en este Stadium Course había cumplido su objetivo. Raymond Floyd, ganador de cuatro majors, calificó el campo como «rencoroso» y «odioso». Tom Watson, otra leyenda de este deporte, aseguró estar «harto» de los diseños radicales de Dye que le obligaban «a ejecutar golpes que ningún golfista en su sano juicio debería jugar».

El famoso columnista de Los Ángeles Times Jim Murray publicó que hacía falta «un camello, una canoa, un cura y un torniquete para superarlo». Y Pete Dye, que confiaba en recibir críticas positivas de los profesionales por su diseño, se encontró con «comentarios personales y cortantes en el sentido de que había perdido la cabeza». Algo a lo que contribuyó que la primera ronda se jugara a bajas temperaturas, dificultando aún más las condiciones del recorrido.

En aquella primera visita del PGA Tour al Stadium Course, la media de golpes en la ronda final del domingo fue de 73,97, algo inaudito para un evento pro-am donde los marcadores bajo par son el denominador común. Así que fue cuestión de semanas que los profesionales solicitaran a la organización retirar el SC de la rotación de campos del evento que por aquel entonces se conocía como Bob Hope Classic. Algo que Dye calificó como «absurdo».

«Los profesionales olvidan que la idea de mis campos de golf es exigirles una gran variedad de golpes. Siempre he pensado que un buen jugador que está compitiendo bien quiere hacerlo en un escenario difícil porque sabe que el ganador no será simplemente alguien que pueda golpear la bola mejor que él», dijo. Lee Trevino, uno de los mejores jugadores de la historia, se sumó a la idea de Dye y defendió el diseño del campo durante la retransmisión televisiva de aquel torneo.

«Ha habido mucha controversia sobre el PGA West esta semana. Algunos profesionales dicen que apesta, que es un monstruo, que es injusto», dijo. «Bueno, quiero preguntarles, ¿qué hace que un campo de golf sea injusto? ¿Es injusto porque tienes que golpear la bola de salida por el medio de la calle y buenos golpes de hierro al green? ¿O es justo porque puedes golpear la bola por el aparcamiento y hacer birdies? Juzguen ustedes, pero si me preguntan, si en los últimos 20 años hubiéramos jugado en campos como éste, quizá algunos que han ganado muchos torneos de golf no habrían ganado tantos», sentenció.

Pasaron casi 30 años antes de que el Stadium Course pudo regresar al calendario del PGA Tour. Aunque siguió albergando eventos como el Skins Games o la Etapa Final de la Q-School, no reapareció en la gira hasta el American Express de 2016. Y lo hizo conservando su tremendo búnker del 16, un auténtico cráter con una profundidad de más de seis metros que convierte en una hazaña cualquier recuperación para llevar la bola a green.

Y si el 16 intimida, qué decir de la isla protegida por rocas del green del 17 o del tremendo par cuatro del 18, sobrevolando un lago para buscar una calle estrecha protegida con una larga sucesión de búnkers a la derecha y el agua a la izquierda. Las imágenes son la mejor prueba de lo que les hablamos y lo que nos espera esta semana…