En el deporte en general y en el golf en particular, hay torneos que cambian carreras, momentos que definen para siempre el porvenir de un jugador. Si uno piensa en Wyndham Clark, hay un antes y un después muy concreto y definido: el Wells Fargo Championship 2023.
En mayo de hace exactamente un año, Clark era un jugador de 29 años que aterrizaba en Quail Hollow en el puesto 80 del ranking mundial. Era su mejor posición de nunca en los siete años que llevaba jugando como profesional entre el Korn Ferry Tour y el PGA Tour. Un jugador establecido en la élite del circuito americano, de hecho llevaba cuatro años consecutivos accediendo a los playoffs de final de temporada, pero la realidad es que no terminaba de despuntar. No sabía lo que era ganar en el circuito y tan solo contaba con un segundo puesto, en Bermuda allá por 2020.
Las actuaciones más sonadas de Clark se podían resumir en nueve top 10 en el PGA Tour en las cuatro anteriores temporadas. No se puede decir que fuera un bagaje pobre, para mantenerse en la élite hay que jugar muy bien a este deporte, pero si hace un año alguien le cuenta a Wyndham donde estaría doce meses después, sencillamente habría alucinado.
Doce meses más tarde, el PGA Tour vuelve a ese mismo campo, se juega en Quail Hollow el sexto torneo designado de la temporada, pero con un escenario completamente distinto.
Hoy, el norteamericano es campeón del US Open, campeón en el mítico escenario de Pebble Beach, ha jugado una Ryder Cup, está en el top 10 mundial y es el segundo en la FedExCup. No hay cuento que supere la realidad del norteamericano. Nunca había terminado el año dentro de los 150 mejores del mundo y ahora está en el tercer puesto. Hasta hace un año el chico de Denver ‘apenas’ se había embolsado seis millones de dólares en premios, hoy ya supera ampliamente los 25.
La historia de Wyndham no es la típica historia lineal y ascendente de un jugador que va creciendo y creciendo hasta hacerse con una victoria. El relato de Clark es tortuoso y complicado, a punto estuvo de dejar el golf. El fallecimiento de su madre durante su época universitaria le dejó muy tocado y a pesar de encontrar su refugio en los palos de golf, su entrenador de entonces prácticamente le obligó a parar. Necesitaba resetear la computadora. Ese parón salvó su carrera tal y como ha reconocido el propio jugador.
A pesar de tantos años de idas y venidas, el chico de Oklahoma State sabía que tenía el nivel para estar entre los mejores, pero los años pasaban y las victorias no llegaban. El nivel estaba ahí, los resultados no correspondían. Ahí es donde entra otra figura vital en la vida de Wyndham: Julie Elion, su psicóloga deportiva, su coach mental o como quieran llamarlo. Ella es la persona que ayudó a encajar el rompecabezas, hay que recordar que Wyndham no tiene entrenador. A finales de 2022 Julie se incorporó al equipo de Clark, la pieza que faltaba, el clic que necesitaba para poner todo en su sitio: juego, confianza y heridas del pasado. A partir de ahí todo encajó y el resto de la historia ya la conocen.
Clark vuelve a Quail Hollow, el escenario que todo lo cambió, donde todo ese trabajo de años salió al exterior. Hace un año, el ahora campeón de un Major, no habría entrado en ninguna lista de favoritos al torneo, esta semana es uno de los claros aspirantes a ganar el domingo y más si tenemos en cuenta que Scottie Scheffler no juega el torneo ante el inminente nacimiento de su primer hijo.
Larga vida a un deporte que no entiende de lógicas y un jugador que apenas hace doce meses no entraba en ninguna quiniela es hoy uno de los mejores jugadores del mundo. Un hurra por Wyndham Clark.
Sin entrenador, con Julie y pegando puñetazos al coche hace cinco años