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St. Andrews fue la tumba de Sanders, un jugador con demasiados ‘casi’ grandes

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Hay muchos jugadores que han pasado, o van a pasar, a la historia por terminar sus carreras profesionales sin haber ganado ninguno de los cuatro grandes. De hecho, la mayoría. De todos esos, hay casos realmente dolorosos que han rozado con los dedos alguno de esos triunfos, pero por una razón o por otra, se fueron a casa con un buen cheque por ser segundos, pero con la rabia de que una vez más se escapaba la gloria.

El mismo Sergio García, hasta enfundarse la Chaqueta Verde en 2017, pasó por esa maldición, pero otros grandes como Colin Montgomerie o, más actualmente, Lee Westwood, tienen ese lastre encima.

Hoy queremos recordar a uno de los casos más dolorosos, el de Doug Sanders, que finalizó su carrera con 13 top-10 en ‘majors’, pero ninguno le marcó tanto como el del Open Championship de 1970, donde terminó cediendo en un playoff contra Jack Nicklaus cuando había tenido la Jarra de Clarete prácticamente agarrada con las dos manos.

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Para más inri, vivió esta debacle en la cuna del golf, el mítico campo de St.Andrews, la sede en la que todo golfista sueña ganar el Open Championship, pero que en el caso de Saunders pasó a la historia como un mal recuerdo.

Cierto es que el norteamericano no pasaba por su mejor momento en aquel 1970, pues llevaba más de un año sin participar en un ‘major’, pero hablamos de un jugador que apenas cuatro años antes había conseguido ser top-10 en los cuatro torneos principales, algo al alcance de muy pocos.

Ya en St. Andrews, el torneo empezó con un primer día de buen clima, algo que a este campo lo deja indefenso, y por ello se vieron grandes resultados, con un liderato en -7. Saunders, junto con míticos como Arnold Palmer, Jack Nicklaus o Lee Trevino, andaba al acecho con -4, en la octava posición.

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A partir de la segunda jornada, el viento empezó a hacer estragos, y los resultados iban subiendo, pero ni Nicklaus ni Saunders cedían, de hecho escalaban posiciones hasta llegar al domingo empatados en la segunda plaza.

Ya en la ronda final, que se disputaba en sábado al haber empezado el torneo el miércoles, Saunders tuvo un muy buen inicio, alcanzando rápido el liderato. Aguantó los envites de Nicklaus, que iba en el partido de delante, hasta llegar al 18 con uno de ventaja. Nicklaus había dejado en Casa Club el resultado de -5, con lo que le valía el par en el hoyo final para llevarse su primer ‘major’.

Un hoyo corto como es el 18 de St.Andrews iba a decidir, y la salida de Saunders fue buena, dejando la bola a menos de 70 metros de bandera. El par parecía fácil.

Un segundo golpe bastante pobre le dejó un primer putt largo, aunque lo resolvió bien, dejándose un putt de menos de un metro para llevarse la victoria. Y entonces, los nervios aparecieron más que nunca, haciendo que su rutina fuera eterna, llegando incluso a levantarse del putt antes de jugar. Mejor verlo:

No se lo podía creer ni él ni nadie de los allí presentes. Había playoff. Pero no iba a ser en ese momento, pues por aquel entonces, el desempate se jugaba a 18 hoyos y al día siguiente.

Aún así, el domingo Saunders supo olvidar el error y llegó a tener muchas posibilidades de victoria, pero al llegar al 18, Nicklaus metió el putt que él no supo apenas un día antes. Incluso un poco más lejos.

Sin duda, un momento muy duro en la carrera de Saunders, que aún así volvió a conseguir ser top-10 en el Open Championship durante las dos ediciones posteriores. Pero nunca levantó la Jarra de Clarete.