Nadie se engañe: el Club de Golf Chapultepec no era hoy una graciosa verbena, dicho en el mejor y más festivo de los sentidos, que es lo que pudiera parecer si atendemos a los registros de los primeros clasificados, que se han disparado hasta cotas insospechadas. Un 63 de Bryson DeChambeau (-11), el nuevo líder, un 62 de Erik Van Rooyen (-10), que igualaba así el récord del campo, otro 63 de Patrick Reed (-10), un 64 de Hideki Matsuyama (-9), un 66 de Justin Thomas (-9)… Soplaba menos el viento que el jueves, de acuerdo. Y quizá había alguna bandera más benévola, puede ser. Pero en el WGC México Championship están buena parte de los mejores jugadores del mundo y a la hora de la verdad hoy sólo siete han bajado de 68 golpes (es un par 71, no lo olvidemos).
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Ha ocurrido, simple y llanamente, que a estos señores se les ha ido la pinza, esa que constriñe, agobia, oprime y tensa. Se han liberado y han acertado a producir la tormenta perfecta, cada uno la suya y en su propia versión, aunque todas de un perfil muy similar: intercalando hoyos casi perfectos, en los que pateaban desde muy cerca para llevarse el birdie, con algunos putts de media, larga y hasta inmensa distancia que iban para adentro. El caso del sudafricano, Van Rooyen, no obstante, ha sido especial. Nadie ha sido tan certero como él, pues firmaba hasta ocho birdies pateando desde distancias inferiores a los tres metros. Y de propina, también embocaba un delicado chip en el hoyo 9. También Matsuyama las ha dejado muy cerca con persistencia casi divina, aunque finalizaba con dos bogeys que no entraban en la hoja de ruta del día, desde distancias cortas.
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Si hubiera que apostar ahora mismo por el ganador del México Championship, todavía a falta de 36 hoyos, no quedaría más remedio que hacerlo a favor de alguno de estos jugadores que abren la clasificación al término de la segunda jornada, uniendo al grupeto a Rory McIlroy (-8), líder después de la primera ronda y cuyo juego, aunque no lo parezca, no ha sido muy distinto al del jueves. De hecho, hoy cogía las mismas calles y más greenes en regulación. La diferencia ha estado en esos dos primeros putts cortos de birdie que erraba, uno de ellos criminal, desde apenas medio metro. El norirlandés, no obstante, mantenía la lucidez en la travesía por el desierto para terminar luego por todo lo alto, con tres birdies por los últimos cinco hoyos que lo reenganchaban al jaleo. El panorama, sea como sea, es suculento con los nombres que se barajan ahí arriba, además de alguno que puede sumarse a la fiesta este sábado viniendo desde atrás con una tarjeta tan baja como las descritas. Hay, por ejemplo, un interesante y glamuroso grupo de ingleses que pueden dar el salto: Hatton (-5), Casey (-5), Westwood (-4), Fleetwood (-3)…
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Jon Rahm (-1) está demasiado lejos, aunque en vista de cómo le iban las cosas después de los primeros nueve hoyos (parcial de tres arriba) parece casi un milagro que haya podido rematar una ronda de 69 golpes. Y todo gracias a un magnífico parcial de cinco menos por los nueve segundos del recorrido mexicano, en los que Jon encontraba al fin aquel ritmo vivo y caliente del 2017, año en el que anduvo hasta el final luchando por el triunfo en este campo.
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Las cuentas son sencillas y, en el caso del español, conviene hacerlas al largo plazo de los 36 hoyos: necesita algo así como dos vueltas de 64 ó 65 golpes para agarrar al vuelo alguna opción postrera de victoria. Y quizá, ni por esas. En fin, hay quienes se sientan a esperar los milagros y quienes se levantan y los producen. Jon pertenece al segundo grupo.
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