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UNA RONDA DE TEQUILA | LA CONTRACRÓNICA

Somos unos parias

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– Habría que ponerse serios en las retransmisiones de golf, con papel y boli, para anotarlo todo y hacer la cuenta de la vieja, porque hay que suponer que cada cual barre para su casa. Pero ¿no es cierto que el agravio a los jugadores españoles de la realización televisiva es sangrante? Cualquiera comprende que hay que dar un poquito de aquí y de allá, todavía con más razón en un campeonato del mundo, y que hay nombres (Rory, Dustin, Phil…) que son sagrados, pero puede llegar a perderse la paciencia cuando se ve por enésima vez a Matthew Griffin (+13, tarjetas de 78 y 77 golpes) luchando contra la adversidad en el Chapultepec Golf club… Estamos todos encantados, faltaría más, de recibir en el salón de casa al australiano, último clasificado y número 392 del mundo, pero es que ayer lo enchufaron más que a Rafa Cabrera Bello, Jon Rahm y Pablo Larrazábal juntos. Qué decir si comparamos el tiempo dedicado a Justin Thomas o Rickie Fowler respecto a su compañero de partido, un tal Sergio García, antes, durante y después de que Thomas se encaramara a los puestos más altos de la clasificación… Thomas y Fowler, con la iglesia hemos topado. Es agotador, verdaderamente. Habría que ponerse serios y hacer la cuenta de la vieja, pero sólo en un ejercicio paria y quijotesco, para regodearnos en la miseria, qué cosa tan española, porque de nada va a servirnos.

– Pablo Larrazábal no ha llegado ni a cazar el cuarenta por ciento de las calles ni de los greenes en 36 hoyos. Visto así, su resultado de +4 resulta casi milagroso en este campo. Bastante bien se está defendiendo y queda claro que el barcelonés no baja los brazos. Este fin de semana le toca darse un bonito homenaje en el recorrido mexicano, que de momento no le ha dejado ni respirar. ¿Qué tal un parcial de cinco o seis menos en las dos últimas jornadas para terminar ganando al campo? Al tiempo.

– Dustin Johnson acumula un total de trece birdies en dos jornadas. Sólo uno (repetimos: sólo uno) llegó tras embocar un putt de más de tres metros. Y en seis de las trece ocasiones pateó desde menos de metro y medio de distancia. Si a eso unimos que ha errado hasta siete putts de menos de dos metros (cuatro de ellos desde menos de un metro) y que en realidad está a sólo tres golpes del líder, nos echamos a temblar, por más que los greenes sean revirados y puñeteros, que lo son. Lo que es aún más sorprendente es la nula pulsión dramática de Johnson. Claro que sufre, pero no lo parece. Seguro que por momentos hasta disfruta, pero a veces da la sensación de que juega al golf como el que se cepilla los dientes. Ris- ras, ris-ras.

– Más allá de los procelosos avatares televisivos, este campeonato del mundo está resultando un acontecimiento de talla formidable. Al margen de McIlroy y sus eagles de otro mundo, el asunto anda apretado y todavía podríamos contar casi cuarenta candidatos al triunfo final. El Chapultepec está a reventar y más que lo va a estar durante el fin de semana, y los aficionados, cuando el tiro de cámara lo permite y podemos verlos, que no es fácil, parecen entusiasmados. En fin, de eso se trata, de disfrutar. Y si tiene que ser con Griffin, que sea con Griffin…