Inicio Grandes Circuitos La intrahistoria del primer albatros que se vio en el Augusta National

La intrahistoria del primer albatros que se vio en el Augusta National

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Gene Sarazen, con la Jarra de Clarete del Open Championship.

Craig Woods acababa de firmar su tarjeta y mostraba una sonrisa radiante. Nadie allí dudaba entonces que ese resultado final de 282 golpes iba a ser suficiente para ganar el torneo, a pesar de que aún quedaban algunos partidos por detrás. De hecho, algún intrépido periodista, no había muchos, ya se le había acercado para construir la historia de su triunfo.

Tenía miga. Woods había quedado segundo por detrás de Horton Smith el año anterior, en la primera edición del entonces conocido como Augusta National Invitation Tournament, y parecía que poco más de un año después iba a poder sacarse la espina. Era un gran resultado de seis bajo par en el acumulado.

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En mitad de la entrevista, a pocos metros del green del hoyo 18, una de las preguntas fue interrumpida por el alarido de un niño que subía la cuesta del green del 9. Apenas tenía resuello y la voz le salía entrecortada. Le hicieron repetir dos veces lo que estaba diciendo, aunque le habían entendido perfectamente a la primera. Simplemente, no daban crédito a lo que salía de su boca.

«Sarazen ha hecho dos en el hoyo 15, Sarazen ha hecho dos en el hoyo 15…». Woods y el periodista quedaron en shock. El pequeñajo estaba anunciando el primer albatros de la historia de Augusta, pero aquello no encajaba en ninguna mente lógica. ¿Pero sí el hoyo 15 tiene 465 yardas? ¿Eso cómo va a ser? El periodista le pidió al niño una confirmación. «Ve al partido de Sarazen y asegúrate que ha sido así». Y así lo hizo. A los pocos minutos, como un rayo cruzando Augusta, volvió y dictó sentencia. Verdad, verdadera.

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Sarazen se plantó en el tee del hoyo 15 a tres golpes de Woods. Pegó una gran salida y se dejó un segundo tiro de 201 metros a la bandera, por encima del lago que ejerce de foso de dragones en este par 5 del recorrido de Alister MacKenzie. Hizo las cuentas y se la jugó. Sabía que era el momento de todo o nada. No le entraba en la cabeza jugar corto. Al fin y al cabo, él era el gran favorito en todas las quinielas. Unos días antes había jugado cuatro rondas de prácticas con un resultado final de 271 golpes (-17).

Sarazen agarró la madera 4 y buscó la bandera. Pasó justó el lago, botó dos veces en green y se deslizó suave hacia el centro del agujero. Explosión de júbilo del público que estaba escoltando el tee del 16, a unos metros de donde se acababa de escribir la primera gran hazaña del Masters de Augusta. El golfista norteamericano recordó después que habría unas 50 personas en el green –era el año 1935– aunque a lo largo de su vida calcula que fueron unas 20.000 personas diferentes las que en algún momento de su carrera le dijeron que había visto en directo aquel golpe…

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Uno de aquellos 50 que sí pudieron verlo contó después que la reacción de Sarazen fue tremendamente comedida. No se dejó llevar por la euforia, ni mucho menos. Apenas lo celebró. Dedicó su paseo por la calle hasta recoger la bola a hacer cuentas en su cabeza. Estaba empatado con Woods y le quedaban tres hoyos. Tres pares y salía a desempate. Y eso es lo que hizo…

Al día siguiente, Sarazen y Woods jugaron 36 hoyos para dilucidar quién sería el segundo campeón de la historia del torneo de Bobby Jones. Pasaron los nueve primeros hoyos empatados y en los cuatro siguientes se rompió el duelo. Sarazen arrancó una diferencia de cuatro golpes y acabaría ganando con cinco de ventaja tras firmar 24 pares seguidos.

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Es la historia del primer albatros del Masters, uno de los golpes más increíbles de todos los tiempos. Una placa aún recuerda en el hoyo 15 lo que allí sucedió. Craig Woods, al menos, acabaría ganando el torneo en 1941. Entonces, ya sí se llamaba Masters. Adoptó su actual denominación en 1939.