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La profecía de Phil Mickelson no iba muy desencaminada

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Rory McIlroy. (Photo by Richard Heathcote/Getty Images)

Esa tarde de un domingo de 2010 en el Quail Hollow Club, Phil Mickelson no hizo grandes predicciones sobre el futuro de Rory McIlroy. No hubo profecías sobre futuras conquistas de la FedExCup o de grandes torneos, y no se afirmó que el principal golfista de la próxima generación había irrumpido en escena.

Solo se mencionaron puros y simples hechos.

“El hecho de que gane aquí en el PGA Tour antes de cumplir 21 años supone el despegue de su carrera”, dijo Mickelson, que venía de obtener su propia victoria en el Masters. “Se trata obviamente de un jugador impresionante. Todos saben lo bueno que es y observan con asombro algunos de sus golpes”.

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Mucho antes de asentarse en el primer puesto del golf mundial, McIlroy era un adolescente con aspecto de querubín que se iba a dando a conocer a los espectadores ocasionales del golf. Aunque había empezado a correr la voz sobre sus habilidades prodigiosas y sus logros milagrosos en el campo de golf, el público todavía estaba esperando ver en directo cómo se iba a defender frente a los mejores golfistas del mundo.

Fue entonces cuando llegó el Quail Hollow Championship.

En mayo se cumplirá una década desde ese día en Charlotte, Carolina del Norte, cuando McIlroy se consagró como la nueva estrella floreciente del circuito después de ganar a Mickelson con cuatro golpes de ventaja y hacerse con su primera victoria en el PGA Tour.

“Todavía me queda mucho camino por recorrer”, dijo McIlroy al final del torneo. “Me quiero concentrar en ganar unos cuantos torneos más y aprender todo lo que pueda en los majors”.

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“No puedo esperar a conseguir la próxima victoria”, agregó. “Ha sido un gran día y espero que lleguen unos cuantos más como éste”.

Ciertamente, ha habido unos cuantos más desde entonces. En concreto 17 en el PGA Tour, que han culminado hasta ahora en dos títulos de la FedExCup y tres premios al mejor jugador del año. Todas esas victorias tienen su origen en Carolina del Norte, a casi 6.000 kilómetros de Holywood, el pueblo donde creció en Irlanda del Norte.

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Cabe aclarar que la victoria de McIlroy no fue una sorpresa ese día. El hecho de que ganara en Estados Unidos ya no era cuestión de cuándo, sino de cómo. Ya se conocía bien su poderío desde el tee y el mundo del golf estaba deseando designar una nueva estrella.

Su salto a la fama había comenzado 15 meses antes, cuando demostró su nivel profesional en el Dubai Desert Classic del Circuito Europeo, derrotando a Justin Rose con un golpe de ventaja en el Emirates Golf Club. Con esa victoria, el golfista de 19 años escaló al décimo cuarto puesto del ranking mundial, lo que alivió el dolor de un par de duras derrotas en el European Masters y el Hong Kong Open, ambas en el desempate.

“El éxito sólo te motiva para hacerlo mejor”, dijo en ese momento. “Me he convertido en un buen jugador, pero todavía me queda muchos años para seguir progresando. Solo quiero seguir mejorando y espero poder competir un día con Tiger (Woods)”.

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Sin embargo, los dolores de espalda previos a su llegada al torneo le habían dificultado la primera victoria en el PGA Tour. Había fallado el corte en los dos eventos anteriores y no había logrado acabar entre los diez primeros desde mediados de febrero en el World Golf Championships-Dell Technologies Match Play.

Y no parecía que la tendencia fuera a cambiar después de las dos primeras rondas en Quail Hollow. A falta de tres hoyos estaba dos golpes por encima del corte para el fin de semana.

En ese momento cambió su trayectoria en el PGA Tour para siempre.

En el par 5 del hoyo 17, McIlroy golpeó su hierro cuatro desde 206 yardas y dejó la bola a un metro y medio del hoyo para eagle. Jugó los últimos dos hoyos al par y pasó el corte por los pelos.

Rory McIlroy. (Photo by Cliff Hawkins/Getty Images)

“El resto es historia”, dijo después.

A partir de ese momento, McIlroy arrasó Quail Hollow con 16 golpes bajo el par durante el fin de semana y el resultado más bajo tanto del sábado como del domingo. Empezó la última ronda cuatro golpes por detrás de Billy Mayfair y terminó sacándole una ventaja de diez golpes.

Puso de pie al público con un eagle en el 15 —después de dejar su golpe de approach a menos de un metro del hoyo— y mantuvo la emoción en el siguiente hoyo cuando su golpe desde la arena quedó a metro y medio del hoyo.

Sin embargo, nada fue comparable con su golpe final, un momento estelar que sigue grabado como uno de los grandes episodios de su carrera. McIlroy selló su dominio con un putt de birdie de 14 metros. Los espectadores que rodeaban el green estallaron de júbilo y McIlroy les respondió con un puñetazo al cielo.

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“Me metí en la burbuja”, dijo McIlroy, el primer golfista desde Woods que ganaba su primer torneo del PGA Tour antes de cumplir 21 años. “Veía mis golpes y los ejecutaba, veía la línea de mis putts y la bola se metía. No creo que haya jugado una ronda mejor que esa en mi vida”.

La mayoría ya conoce lo que vino después: más de 52 millones de dólares en ganancias, número uno del mundo durante 100 semanas, cuatro victorias en majors, tres Campeonatos del Mundo, tres premios al mejor jugador del año, dos títulos de la FedExCup y, por supuesto, el triunfo espectacular en el Players Championship de 2019; además de otra victoria en Quail Hollow en 2015.

De hecho, antes de las codiciadas victorias en East Lake y TPC Sawgrass, antes de la actuación épica en la Ryder Cup y el verano con un trío de trofeos en 2014, solo existía Quail Hollow.

Jim Nantz, narrador del triunfo en la cadena de televisión estadounidense CBS Sports, lo resumió perfectamente cuando entró el último putt en el hoyo. En el lugar donde comenzaron las victorias diez años atrás, Nantz hizo balance de la semana y pronóstico de la década que se avecinaba.

“Bienvenido a las grandes ligas, Rory McIlroy.”