Inicio Masters de Augusta Masters de Augusta 2018 Sergio García y la serpiente de cascabel

Sergio García y la serpiente de cascabel

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Sergio García celebra la victoria en el Masters de Augusta.
Sergio García celebra la victoria en el Masters de Augusta.

Puede ocurrir que a 48 horas de que empiece el Masters de Augusta des un mal paso al bajar una escalera y de la costalada te quedes fuera del torneo. De algo así no se libra ni el Número 1 del mundo.

También existe la posibilidad de que el sábado previo al Masters te cruces con una serpiente cascabel y te quedes a un tris de acabar en un hospital y, por tanto, decir adiós al sueño de Augusta. Eso, por ejemplo, le pasó el año pasado a Sergio García y lo hemos conocido estos días en diferentes encuentros del español con periodistas americanos.

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Lo desvelaba Scott Michaux en el Augusta Chronicle. El sábado previo al Masters, Sergio, su padre Víctor y el padre de Angela, Marty, salieron de caza en la finca que tiene la familia Akins unos kilómetros al norte de Austin. En plena caminata, Sergio se detuvo en seco y contuvo la respiración, con el pie en el aire, sin posarlo en el suelo. Su suegro, que iba delante, se percató de que algo raro pasaba, se dio la vuelta y preguntó cuál era el problema. “Hay una serpiente de cascabel justo debajo de mi pie”, clamó García. Marty agarró el arma y sin dudar medio segundo mató al reptil. La excursión siguió como si nada hubiera pasado.

“Hay una serpiente de cascabel justo debajo de mi pie”, clamó García

Sergio García y Angela Akins, tras ganar el Masters.
Sergio García y Angela Akins, tras ganar el Masters.

Aquello, obviamente, quedó en una anécdota, pero refleja perfectamente hasta qué punto es importante que todo se alinee, y no sólo el juego o el putt, para que un jugador gane el Masters. Es un buen reflejo de lo delgadísima que es la línea entre ganar o no hacerlo.

Sergio aprendió esta lección hace tiempo. Dejó de lamentarse por un mal rebote o un buen golpe traicionado a última hora por una inesperada racha de viento o un bote rebelde en la hierba. Asumió y aceptó que todo eso forma parte del juego, que no se puede luchar contra ello y, sobre todo, que no merece la pena desesperarse porque únicamente juega en tu contra. La buena suerte existe, pero hay que buscarla y no hay mejor manera de cruzarte con ella que manteniendo un sentimiento positivo.

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Por eso, el sábado del Masters de 2017, cuando su segundo tiro en el hoyo 13 de Augusta se queda corto por muy poco y acaba en el arroyo, no tuerce el gesto rumiando su mala suerte, sino que se acreca a la bola con la cabeza alta pensando en cómo resolver la situación. Finalmente, pudo jugar la bola y acabó sacando un extraordinario birdie donde olía a bogey.

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Por eso, el domingo del Masters saca el par en el hoyo 13 tras declarar la bola de salida injugable en los árboles de la izquierda. Estaba en su derecho de pensar que no había tenido suerte, que lo normal, en 99 de cada 100 veces, es que esa bola hubiera rebotado y hubiera acabado en la calle. En lugar de eso, estudió la mejor manera de sacar el par.

Por eso, el domingo del Masters, cuando falla el putt de birdie en el hoyo 18 para ganar el torneo, no piensa que ha perdido la oportunidad de vencer en Augusta, sino que tiene por delante un desempate para ganarlo.

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En todos los majors te cruzas con varias serpientes de cascabel dispuestas a arruinarte el torneo, lo importante es plantarles cara y buscar la mejor manera de que no te inoculen el veneno. Y si no lo logras, pues a seguir intentándolo en la próxima. Es esa paz de espíritu en la que Sergio está instalado desde hace tiempo y que le convierte de nuevo en uno de los favoritos a ganar el Masters. “Mi carrera ya era muy buena con el Masters o sin el Masters. Yo no soy más feliz por haber ganado el Masters, ni estaría más triste de no haberlo conseguido. Eso sí, es obvio que cuanta más azúcar, más dulce…”, asegura Sergio.

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