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El de Barrika expone un interesante tratado de psicología aplicada a los Grandes

El plan que Jon Rahm se ha grabado a fuego para ganar el Masters

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Jon Rahm. © The Masters

Jon Rahm llega este año al Augusta National con la lección bien aprendida. Se lo ha escuchado más de una y dos veces a Phil Mickelson, fue testigo directo el año pasado jugando la segunda ronda con Tiger Woods y ahora se lo ha grabado  a fuego en su cabeza para preparar el asalto al Masters. Rahm ha aterrizado con un plan perfectamente diseñado, un mantra, una idea clara de cómo quiere jugar y toda su preparación gira en torno a este objetivo. La conclusión, más o menos, es que hay que ser ambicioso, sí, pero lo justo. Este plan tiene tres patas: una agresividad bien calculada, los birdies llegan, no se buscan, y en Augusta se juega como uno lo siente, no como te dicen que hay que jugarlo.

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La teoría que Rahm se trae bien aprendida se basa en lo que vio con sus propios ojos hace año y medio, cuando compartió partida con quien a la postre se vestiría el domingo con la Chaqueta Verde. «Jugué con Tiger Woods y recuerdo que hizo varias bajo par en los segundos nueve. No lo consiguió con bolas dadas, ni mucho menos. Lo hizo metiendo mucho putt de seis y siete metros, como tantas veces ha hecho. Eso te hace ver que no tienes que jugar perfecto. Sólo tienes que ir al sitio correcto para dejarte una oportunidad», asegura.

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El golfista de Barrika lo tiene claro. Hay que ser agresivo, pero no más de lo necesario. Por simplificar, se trata de lograr que los birdies vayan cayendo por su propio peso, sin ir a buscarlos. Él mismo pone un buen ejemplo. «En el hoyo 6, cuando la bandera está al fondo a la izquierda, si puedes pegar recto y te quedas corto siete-ocho metros, después tienes un putt muy recto cuesta arriba, perfecto en estos greenes. Se puede meter. La principal lección de Augusta es que no hay que jugar un golf perfecto para ganar aquí, sino hacerlo lo mejor posible con lo que cada uno tenga en cada momento y no ser más ambicioso de la cuenta. Yo me he equivocado en el pasado con eso. He sido muy agresivo y sí, he hecho algunos birdies, pero también me han caído algunos números muy altos. He visto muchos domingos de Masters en televisión e internet y todos los campeones han cometido errores. Se pueden cometer fallos y ganar el torneo», afirma Jon.

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En este plan que Rahm se ha construido en su cabeza es clave la paciencia. Es la segunda pata de la estructura. Lo tiene claro. Transmite más tranquilidad que nunca. Asegura que cada día siente las mariposas en el estómago cuando entra en Augusta a través de Magnolia Lane, pero al hablar de la estrategia el mensaje es de pura calma. No hay que buscar el resultado, sino ser paciente, seguir el plan trazado y (casi) sentarse a esperar… «Lo que me repito siempre es que todos los hoyos del campo, a excepción de los pares 5, se juegan con una media sobre par. Así que si llego al 3, pego un gran drive y no soy capaz de hacer approach y putt para birdie, no pasa nada, no me puede molestar porque aún estaría ganando a la media del campo haciendo el par. También debo pensar que no todos los pares 5 se juegan fácil bajo par. Quizá el más asequible es el 13, pero no los demás. Por lo que si haces par en un par 5 no es el fin del mundo. Eres uno de muchos que lo está haciendo también. Partir con esta idea te da más libertad para pegar a green a diez metros de la bandera y si metes el putt bien y si no, no pasa nada», sentencia.

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Por último, el tercer elemento que quiere tener bajo control es jugar el Augusta National como lo haría… Jon Rahm. Así de simple y así de complicado a la vez. El tercer factor clave en la preparación es la personalidad. El golfista vizcaíno tiene claro que va a jugar cada golpe a su manera, como lo siente en cada momento y no como la lógica o la ‘norma’ dice que hay que jugarlo. «La estrategia dependerá de cómo esté jugando, pero fundamentalmente la idea es que voy a jugar cada golpe como siento que debo jugarlo y no como dice la norma. Por ejemplo, en el 13, con la bola por encima de los pies, la tendencia es pegar un golpe al draw, sin embargo, si yo siento que estoy más cómodo y que debo pegar un fade, es lo que voy a hacer. Lo voy a jugar a mi manera. No voy a ir en contra de lo que yo siento por el simple hecho de que el golpe más normal o habitual sería otro. Prefiero pegar un mal golpe comprometido o equivocarme de palo, que pegar un buen golpe sin comprometerme con él», señala.

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En definitiva, Jon Rahm ha demostrado hoy que tiene las ideas muy claras y ha diseñado un auténtico tratado psicológico de cómo luchar por la Chaqueta Verde. Tiene un plan y ahora sólo queda llevarlo a cabo y confiar en que salga bien.