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El australiano vuelve a ser uno de los favoritos a la victoria en el Masters

El duro camino de Jason Day para intentar volver a ser el que fue

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Jason Day, en Augusta © THE MASTERS
Jason Day, en Augusta © THE MASTERS

Fue Número Uno del mundo durante 265 semanas, conquistó 12 torneos del PGA Tour y añadió su nombre a lista de ganadores de majors, alzándose con el PGA Championship. El australiano Jason Day dominó con mano de hierro el circuito estadounidense, en especial en sus dos mejores años, 2015 y 2016, en los que pareció absolutamente invencible. Pero un problema familiar y una seria lesión de espalda se cruzaron en su camino hasta hacerle prácticamente desaparecer del mapa.

Ahora, con mucho esfuerzo, cambios significativos en su juego y un otoño en el que volvió a encontrarse con sí mismo, Day ha logrado arrancar 2023 con ilusiones renovadas y los buenos resultados que se le venían resistiendo desde hace años. Cinco top 10 en sus siete últimas apariciones en la gira estadounidense le han devuelto el protagonismo perdido hasta el punto de que muchos se atreven a incluirlo ya entre los candidatos a la victoria en el Masters que arranca este jueves.

Augusta dictará sentencia. Pero antes, el australiano ha querido explicar en la sala de prensa del prestigioso club de Georgia cómo ha sido el duro camino por el que ha tenido que transitar para volver a ser el que un día fue… o al menos intentarlo. Un largo proceso físico y mental que espera culminar en el mejor escenario posible y ante la flor y nata del golf mundial, incluidos los ‘rebeldes’ de LIV Golf, circuito del que recibió una suculenta oferta que rechazó precisamente para no poner en riesgo su presencia en los Grandes.

«Lo que me gustaría es salir ahí y jugar, sin más, con apenas un par de pensamientos sobre mi swing. Pero de momento no es así, pienso en mi cadera, en si el codo derecho se abre lo suficiente en la parte superior del swing, en su me agacho en el giro, en si el brazo derecho baja por el lado derecho de mi cuerpo, si tengo la muñeca derecha y la mano arriba… Muchas cosas al mismo tiempo en que compites. Así que cuando pueda reducir tantos pensamientos a sólo dos me ayudará mucho», comienza diciendo Day.

«Si ves a Rory en el campo de prácticas, o incluso a Tiger, sientes que fluyen libremente. Pueden acertar cualquier golpe. Yo estoy un poco forzado físicamente a tener que pensar en muchas cosas en el campo de golf porque de lo contrario volvería a tener malos hábitos que pueden dañar mi espalda. Así que me veo obligado a pensar así, por ahora. La mayoría de problemas principales diría que están resueltos, empiezo a tener más control. El siguiente paso es poder hacer de todo y darle forma a los golpes», añade.

Por sus buenos resultados en los últimos meses, no parece que tener que estar pendiente de tantas cosas sea un impedimento para soñar con las victorias. Algo que analiza así el australiano. «Hay momentos en los que me frena, a lo largo de un torneo es posible que tengas un día en el que vuelvas a caer en los hábitos antiguos y tengas que trabajar para salir de ello. En 2015 y 2016 mi swing no era técnicamente tan sólido como ahora, pero conocía mis movimientos y no pensaba en demasiadas cosas. Apuntaba un poco a la derecha y sabía dónde iba a ir exactamente la bola. Ahora trato de ganar más control y consistencia en mi swing. A lo largo de mi carrera siempre he tenido un muy buen juego corto y pateé muy bien o de manera bastante decente, pero lo que me ha frenado es mi juego de aproximación. Con los cambios en los que estoy trabajando, espero mejorar en eso. Si mi putt vuelve a como estaba en 2015 y 2016, con seguridad llegarán más victorias, pero tengo que ser paciente».

Jason Day fija una fecha como el punto de inflexión en su juego: «Diría que el pasado otoño. Chris y yo, y el equipo, mis dos entrenadores, Kevin y Tan, trabajamos en muchas cosas. Son muchas cosas que uno debe hacer y casi nadie ve, hay mucho trabajo detrás. Pero fue ahí cuando empecé a ganar confianza. Tuve problemas con mi putt durante dos años y no podía poner a rodar la bola en la línea, no había manera. No tengo un muy buen control de la velocidad, así que cuando eso pasa, no lo haces bien. Pero en otoño jugué un buen golf. Le dije a Chris: ‘Mira, tengo que hacer cambios’. Porque él siempre habla de introducir novedades lentamente. Pero yo no tenía mucho tiempo, los necesitaba y decidí forzarlos. En Navidad empecé a trabajar en nuevos movimientos y a afianzarlos. Es genial tener los resultados que he tenido, pero no he he puesto en posición de ganar torneos. Ese es el siguiente paso».

Ahora, camino de Magnolia Lane para medir su progresión, se fija en jugadores como Scottie Scheffler, Jon Rahm o Rory McIlroy, a los que sueña alcanzar pronto: «Están jugando un buen golf. Jugué contra Scottie en el Match Play, tiene un putter bueno y sólido, puede dominar durante bastante tiempo porque tiene la cabeza sobre los hombros. Rory ha sido una fuerza dominante en el juego durante años. Y Jon es un golfista muy sólido, su porcentaje de top 10 es increíble. Para volver a eso siento que tengo que recorrer un largo camino, aunque a la vez sé que no está tan lejos. Es difícil ser paciente porque ves a los chicos tener éxito y sabes que tú también puedes hacerlo. Pero las cosas mejoran gradualmente hasta que estás de vuelta ahí. El año pasado estaba en el puesto 175 del mundo y volví hasta el 35º».

Day sólo ve ventajas en el hecho de haber pasado ya por todo esto y saber lo que es estar en la cima del golf mundial: «Creo que estoy más emocionado por este viaje intentando volver a estar ahí que cuando llegué a Número Uno. Entonces pensé que me sentiría diferente al despertar el lunes y ver mi nombre al frente del OWGR, pero la realidad es que no cambió mucho. El proceso de abrirme camino viniendo ahora de un lugar diferente es distinto a cuando llegué a Número Uno, sacrificándolo todo. Fue muy duro, muy duro, olvidarse de cómo se sentía mi cuerpo y simplemente forzarlo».

Ahora, las cosas parecen distintas en la mente de Jason: «Esta vez estoy aprendiendo más sobre cómo funciona mi cuerpo, qué debo hacer para mantenerme saludable y tratando de entender mi swing en sí mismo, aprender más sobre el proceso para llegar arriba. Siempre lo digo, la primera vez que llegué a Número Uno del mundo no sabía cómo lo había logrado. Entiendo que a través de un gran putt y buenos golpes, pero mi mentalidad no era sostenible. Esta vez estoy disfrutando el viaje, aprendiendo cada día y tengo mucha pasión por lo que hago».

Por último, el australiano se ha referido a los problemas físicos que no le han permitido practicar tanto como hubiese querido… «Lo bueno es que cuando estaba lesionado sólo podía patear 15 minutos y ahora podría estar hasta dos horas sin problemas. Sólo trato de ser tan inteligente como se pueda. Ha sido un buen aprendizaje, una experiencia, escuchar a tu cuerpo, que es lo más difícil. Antes pateaba dos horas y media cada día, me dolía, pero mi mentalidad era que tenía que seguir. Pero no era el caso. Es algo que me llevó al Número Uno, pero no era sostenible».