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McIlroy busca en el niño que fue el camino hacia su primer Masters

El regreso a la infancia de Rory

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Rory McIlroy
Rory McIlroy firma autógrafos a jóvenes esta semana en Augusta. © The Masters

El regreso a la infancia. Volver a ser un niño. Recuperar la inocencia, la improvisación, el desparpajo, la impulsividad… El golf profesional ha perdido a menudo, con demasiada frecuencia, el instinto, está muy mecanizado, programado, estudiado, entrenado y robotizado. Le falta la esencia de cuando eres crío y no piensas tanto esta caída o aquel chip. Siendo mozo, lo visualizas y te lanzas a por ello. En resumidas cuentas, McIlroy anda en busca del Rory chavalín, el que empezó a jugar sin miedos ni tantas rutinas en la cabeza.

Así llega el norirlandés al Masters en pos del Grand Slam, del major que le falta en sus vitrinas, y así se lo traslada Bob Rotella, eminente psicólogo deportivo con el que trabaja el número dos del mundo. Siéntete libre, diviértete. Ése viene a ser el mensaje, tan sencillo como difícil de ejecutar, del que quiere empaparse Rory en el Augusta National, al que pretende hincarle el diente en su decimoquinta presencia. Fue segundo el año pasado, su mejor resultado tras un estelar 64 final, y también ha cazado un cuarto puesto, un quinto, un octavo… Pero la victoria se le resiste al jugador de Holywood, que lleva nueve años, por cierto sin alzar la copa en un major: en 2014 hizo doblete con The Open y el PGA Championship.

McIlroy, franco, admite que necesita sentirse como el niño que fue y espera que este proceso dé sus frutos esta semana. «Bob Rotella me lo lleva diciendo todo ese tiempo. Cuando tenías seis años, ¿leías un putt? No, fuiste puramente por instinto. Y por lo general el instinto es… a medida que te vuelves más inteligente y adquieres más sabiduría, comienzas a cuestionar ese instinto cada vez más. Pero cada vez que vuelves a ello, parece que ese instinto es la respuesta correcta al principio», afirma un Rory que insiste en que «cuanto más podamos ser como niños en y alrededor de los greens, mejor».

Como antesala al torneo, el norirlandés, en una especie de pique o duelo que recuerda a bravuconadas sanas de la infancia, desafió a su amigo Shane Lowry hace unos días: «Es divertido estar aquí y jugar, un placer. Vine aquí el jueves pasado. Fue una especie de capricho. Le mandé un mensaje a Shane Lowry y le dije, mira, vamos a estar entrenando en Florida, ¿por qué no venimos aquí un día?…». Y a Georgia que se fueron los dos.

Pero no sólo eso, Rory está con ganas de Augusta National. No en vano, ha practicado como nunca previamente en el campo, para ver de primera mano los cambios y ver si el niño que jugaba al golf sin atadura alguna puede aspirar a la corona que le queda pendiente: «Es bueno estar de vuelta, pero he estado aquí bastante. De hecho, he jugado 81 hoyos en las últimas dos semanas y media. Así que estoy familiarizado con el lugar y, obviamente, estoy deseando empezar bien la semana». El plano mental, después de charlar estos días con Rotella, está en su punto.

Sólo tiene que volver el niño Rory para campeonar, según pronostica también uno de los más grandes. «Claro que va a ganar el Masters. Rory tiene el talento, el juego, todas las herramientas para vencer aquí. Ha demostrado a lo largo de los años que ha aprendido a jugar en Augusta y sólo tienes que entender cómo jugarlo. Es sólo cuestión de tiempo, ya sea este año o el próximo o cuando sea, lo logrará y tendrá un Grand Slam en su carrera». Quien habla es Tiger Woods, integrante del repóquer de golfistas con los cuatro majors en sus vitrinas junto a Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player y Jack Nicklaus.