
Jon Rahm hace muchas cosas bien dentro y fuera del campo golf, pero aún no ha desarrollado el súper poder de detener el tiempo. Lo que sí ha conseguido, y no es poco, es bajar las revoluciones, ralentizar el ritmo al que suceden las cosas. Jon no está dispuesto a que los acontecimientos le atropellen en una semana donde es muy fácil tener la sensación de que un camión te ha pasado por encima.
Es el campeón defensor, organiza la cena, suelta un discurso, atiende a mil y un compromisos, estrena un patrocinador y se ha erigido, sin lugar a dudas, en el portavoz de LIV Golf más respetado fuera de LIV Golf. Tiene mil frente abiertos esta semana, pero no se mueve por Augusta como un pollo sin cabeza. No lo llevan y lo traen. Es su semana y está dispuesto a disfrutarla, con el estrés justo y sin crispación.
Esta es la imagen que ha transmitido hoy Rahm en Augusta. No es una persona superada por los acontecimientos, sino en control de lo que está sucediendo. Sabía lo que le iban a preguntar, tenía claro que algunas cuestiones serían incómodas, delicadas y ha solventado la embestida como si fuera Juan Belmonte. Venía preparado.
Ha vuelto a declarar su amor por el PGA Tour, ha reivindicado que en LIV Golf también se sufre la presión por ganar, ha defendido el golf por equipos, sigue apostando por la unión de los circuitos, confía en que se encuentre la manera de hacer hueco a los mejores de la liga saudí en los Grandes y no le preocupa en absoluto no haber ganado antes del Masters. Conciliador, relajado y sereno.
¿Que le gustaría que los torneos de LIV Golf se jugarán a cuatro días? No lo oculta. Defiende las cuatro rondas, pero sin animadversión ni extremismos. Lo explica. «Creo que no hay duda de que jugar cuatro días favorece a los mejores». Ergo, jugando tres días es más posible que los mejores no lleguen a tiempo. Eso sí, tampoco quiere que suene a excusa. «Se me pregunta por los cuatro días porque aún no he ganado, pero no creo que sean cosas relacionadas. Yo, desde luego, no lo pienso cuando estoy compitiendo», afirma.
Jon cree que sería bueno que los jugadores de LIV, los mejores, tuvieran una puerta de entrada más clara a los Grandes, pero de nuevo defiende su postura sin apretar las tuercas, sin atacar a nadie. «Sería bueno que los mejores jugadores de los mejores circuitos pudieran acceder a los Grandes. Sería bueno para todos. Ahora, cómo hacerlo, no lo sé, hay gente más lista que yo para resolver estos asuntos. Se podrían dar algunas plazas para los primeros del ranking de LIV, aunque entiendo que 10-15 serían demasiadas… No sé cómo, pero estaría bien que se hiciera», asegura.
En este sentido, Rahm ha reconocido por primera vez de una manera directa que dos de las razones por las que se fue a LIV fueron: propiciar que se llegara a un acuerdo más rápido con el PGA Tour y haber asegurado cinco años de Grandes con su victoria en el Masters. «Si no hubiera ganado un Major en 2023 probablemente no habría tomado la decisión de ir a LIV».
Jon sólo desprende algo de tensión al hablar de la cena de campeones. «Se hablado un montón de ella y he visto mucho entusiasmo. Ahora mismo siento mucha presión», bromeaba. Lo que sí ha pensado y tiene más o menos articulado en su cabeza es su discurso de campeón: habrá referencias a Seve Ballesteros (hoy habría sido su 67 cumpleaños), José María Olazábal (se cumplen 25 y 30 años de sus dos victorias) y Phil Mickelson (se cumplen 20 de su primera Chaqueta Verde).
Tampoco alteran a Rahm aquellos que ponen en duda que su preparación para el Masters al jugar en LIV Golf no haya sido la idónea. «Para mí es lo mismo de siempre. Recuerdo que el año pasado gané tres veces y nadie me daba como favorito porque un mes antes no había jugado muy bien. Y en cuanto a no haber ganado, tampoco lo había hecho en 2021 antes de ganar el US Open, así que si se repite la historia, ni tan mal…».
Si esperaban a un Rahm ansioso, nervioso o espídico ante la semana seguramente más tensa de su vida, se equivocan. Ha conseguido, al menos de cara al exterior, que no es poco, mantener la misma actitud casi zen que tanta gloria le dio el año pasado. Son el poso, el temple y la calma que desprenden la Chaqueta Verde.