El Open Championship ha dejado muy tocado a Pablo Larrazábal. El español acaba de terminar su segunda vuelta. Otro día para olvidar. Ha hecho 81 golpes para un total de +20, muy lejos del potencial que ha demostrado en los últimos tiempos.
No le ha salido nada y confesaba su absoluta desazón nada más entregar su tarjeta. «Es un palo muy fuerte. Venía jugando de una forma bastante correcta, pegando a la bola bien y lo que pasó ayer (79 golpes) fue muy duro. Ayer fue el día más triste de mi carrera deportiva. No me lo esperaba», asegura Larrazábal.
Hoy ha salido al campo consciente de que necesitaba una reacción inmediata para soñar con el corte. Al no ser así, el día se ha convertido en una pelea contra molinos de viento. «Necesitaba dos o tres birdies en los primeros hoyos para animarme. Pero no ha sido así y, aunque he pegado a la bola mejor que ayer, no se puede competir en este campo sin la ilusión de luchar por algo. Me he dedicado a practicar algunas cosas durante la vuelta, pero la realidad es que un poco sí estaba deseando en que todo acabara cuanto antes», explica sin paños calientes…
Ahora bien, no esperen que este chico se va a quedar en una esquina lamiéndose las heridas. Ni mucho menos. Lo tiene muy claro. «Hay que pasar página cuanto antes y pensar en el próximo torneo. Juego en Suecia y en la República Checa. Y después, a trabajar. Pensaba irme de vacaciones en agosto, pero ya todo ha cambiado. Me quedo a entrenar». Esta es, sin duda, la mejor medicina posible. Estén seguros de que Pablo volverá bien pronto a darnos muchas alegrías.
