El mundo del golf amaneció el pasado jueves con la triste noticia del fallecimiento de Jarrod Lyle a causa de una leucemia. Una pérdida que no por esperada dejó de impactar a los jugadores del circuito, que el pasado fin de semana, sin ir más lejos, le habían rendido tributo portando lazos amarillos durante el WGC Bridgestone Invitational.
Nada más conocer el triste desenlace, Rickie Fowler quiso tener un último gesto con Lyle en el PGA Championship que se está disputando en el Bellerive Country Club. El golfista californiano está luciendo estos días en su gorra el pin de ‘Leuk the Duck’, un pato que representa a una organización llamada Challenge que apoya a los niños con cáncer.
El australiano Jarrod Lyle muere a los 36 años
A Lyle le diagnosticaron su primer cáncer siendo adolescente y desde entonces se convirtió en un fiel promotor de dicho programa. «Ayer recibimos una noticia difícil», dijo Fowler tras finalizar un fantástico viernes de golf en el que firmó una tarjeta de 65 golpes para meterse de lleno en la pelea por la victoria.
«Me alegra poder estar aquí y apoyar de alguna manera a Jarrod. Han sido unas semanas difíciles, especialmente hablando con los chicos que estuvieron más cerca de él. Tuve la suerte de hablar con él por teléfono el viernes pasado y me ayudó mucho comprobar cómo se sentía. Sonaba como si estuviera en un buen sitio», explicó Rickie.
Una cita inoportuna para Jarrod Lyle
«Obviamente, no es una situación fácil de tratar. Pero ha sido divertido poder pensar en él mientras jugaba, porque estoy seguro de que si me sintiera triste, él sería el primero en venir a darme una patada en el culo», dijo Fowler recordando el buen sentido del humor que tenía Jarrod.
Fowler sabe que no estaba tan cerca de Lyle como Marc Leishman, Adam Scott o Jason Day, tres de los jugadores australianos más reconocidos del circuito. Pero aun así, sintió que era importante honrar de alguna manera a Jarrod. De hecho, varios jugadores han realizado donaciones a un fondo creado para ayudar a la esposa y las hijas pequeñas de Lyle.
Jason Day, muy afectado
Otro de los jugadores que no pudo dejar de pensar en su amigo Lyle en este comienzo del PGA Championship fue su compatriota Jason Day: «Viví al otro lado de la calle cuando él vino por primera vez a Orlando. Era un buen amigo mío. Es desgarrador ver algo así, le conocía desde hace muchísimo tiempo».
«Luchó contra la enfermedad la mitad de su vida. Y lo increíble es que siempre fue positivo y optimista. No importaba lo que hubieras hecho o que estuvieras jugando terriblemente mal, si compartías ronda con él, siempre te ibas del campo contento. Que le diagnosticaran su primer cáncer a los 17 años y luego otras dos veces más, llegando hasta aquí, sólo demuestra lo luchador que era», recuerda Day.
