«Por nuestra salud mental, espero que no juguemos toda la semana desde los tees de atrás». El primer contacto de Jon Rahm con el Ocean Course de Kiawah Island ha dejado huella. No hay duda. Jugó el lunes nueve hoyos, del 10 al 18, y ha sido suficiente para darse cuenta de que el desafío que tienen por delante esta semana en el PGA Championship es mayúsculo. El diseño de Pete Dye es una bestia. No hay bromas. Identifica al golfista que lo hace bien y lo recompensa. Machaca sin piedad al que nada un poco desnortado. Eso lo saben todos y Rahm lo explica de maravilla.
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El golfista de Barrika agarra el libro de yardas y explica por qué va a ser una semana dura para todos. Mucho ojo al tramo final del recorrido de Carolina del Sur con el viento en contra. «Desde el hoyo 14 hasta el 18 el palo más corto que pegué a green fue un hierro 5… y yo no me considero, precisamente, un pegador corto. Iba jugando con Zach Johnson y en todos los golpes que le vi en ese tramo tuvo que quitar del palo una funda. El único que se libró fue en el tercer golpe del hoyo 16, par 5, lo demás pegó maderas», señala.
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Obviamente, en los días de prácticas los golfistas juegan el campo desde el tee de atrás. Lo normal es que la PGA de América, durante la semana, vaya adelantando unos y dejando atrás otros, aunque en cualquier caso va a ser un campo muy largo donde el viento va a jugar un factor principal. Ay, el viento de Kiawah Island. Rahm lo explica: «influye muchísimo, hay una humedad muy alta y la densidad del aire es mayor que en otros sitios. Por eso, diez kilómetros por ahora aquí es mucho más que en cualquier campo de interior», afirma. En este sentido, recuerda al viento que sopla en los links británicos. El aire se apodera de la bola y hace con ella lo que quiere. «En el hoyo 17 tenía 230 yardas a la bandera con el viento en contra. He pegado un hierro 2 suave para ponerla en el centro de green. Ojalá no se juegue desde atrás todos los días», apunta con una sonrisa.
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Más allá de la dureza de Kiawah, Rahm asegura que está enamorado del recorrido. «Me parece un campo maravilloso, puro diseño de Pete Dye. Me encantan todos sus campos. Está pensado para colocar bien la bola, son muy estratégicos. Ves todo lo que tienes por delante y te desafía. Hay que pegar muy bien a la bola. Si fallas un golpe, sufrirás seguro para el hacer el par y hasta el bogey puede ser bueno. Hay que ir por el sitio». En este sentido, tiene claro que parten con cierta ventaja aquellos jugadores que hayan estado antes en este campo. «Es muy estratégico y es clave conocer muy bien el viento y su comportamiento, tanto cuando sopla del Este como del Oeste. Creo que la experiencia es un grado en Kiawah», afirma.
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A la bestia se la derrota con convicción. Es el primer mandamiento de Rahm esta semana. «Hay muchas maneras de jugar el campo, muchos golpes distintos, así que lo más importante será tener clara la estrategia y jugar con compromiso. Una vez tomada una decisión de un golpe hay que ir a muerte con él, sin dudas», desgrana.
Ajustándose a la vida de padre con Kepa
La semana tiene una gran novedad para Jon. Será el primer Grande que dispute con su hijo Kepa en el campo. Cuando jugó el Masters de Augusta, apenas tenía tres días de vida y Jon viajó solo. Esta semana en Kiawah lo tiene con él. «Pasar de ser un chico normal de 26 años a ser un padre de 26 años es un cambio muy importante. Antes me despertaba temprano y me iba a entrenar, ahora me despierto temprano, Kepa ya está despierto, lo cojo, juego con él y claro, después no es fácil irse a entrenar o a patear. Son cosas que hay que ir ajustando, como es lógico. Cambian las prioridades. Pero estamos en ello. Sea como fuere, sentir la presencia de Kepa cerca de mí es algo único, sé que me va a hacer mejor jugador y mejor persona», sentencia.
