No se calla una y muchos lo tachan de bocazas. Phil Mickelson, bien por la edad, bien por ser el buque insignia de LIV Golf, ha arremetido a diestra y siniestra contra todos los organismos del golf tradicional. Una y otra vez. Una coz tras otra. Ha repartido mandobles al PGA Tour, al Augusta National, a la USGA, al sistema del ranking mundial (por obsoleto e injusto) y al PGA de América, organizador del PGA Championship, por no invitar a jugadores del circuito saudí que estaban dentro del top 100 mundial.
Y, la vida tiene estas cosas, precisamente un árbitro del PGA Championship ha permitido que el jugador de San Diego, ganador de este Major hace dos años en Kiahwa Island y ausente para defender el título Southern Hills en 2022, pase el corte, un hito en su carrera deportiva al convertirse en el cuarto jugador en la historia en hollar esa cima y empatar con Jack Nicklaus y Raymond Floyd con 27 cribas superadas en el PGA Championship.
Pues resulta que Phil podía haber estado de vuelta a California si no interviene un oficial de reglas en el hoyo 6, el 15 de su vuelta, donde cometió un doble bogey, aunque pudo anotarse una puntuación más alta. El ganador de seis Grandes se fue al agua y dropó pensando que eran dos palos y un semicírculo hacia atrás donde debía depositar su bola. Error. Un árbitro se percató y avisó Lefty de que estaba cometiendo una infracción, que esa regla había cambiado este mismo año. «Agradezco que me detengan por si estoy cometiendo un error», se oyó decir a Mickelson, «pero no creo que eso sea exacto». Pidió una segunda opinión y el segundo oficial corroboró la corrección de su colega. Por tanto, Mickelson dropó debidamente en la línea en la que la bola entró en el área de penalización.
¿Qué hubiera pasado si el californiano hubiera dropado mal? Pues lo mismo que el sucedió a Cameron Young cuando pateó desde un lugar incorrecto al mover su marca y no reponerla en su sitio; esto es, dos golpes de castigo. Con sólo tres hoyos por jugar, lo lógico es que Mickelson no hubiera acabado con el +5 con el que se cerró el corte, sino que se hubiera anotado algún golpe más y no estaríamos hablando de que llega al centenar de Majors jugando el fin de semana. Fue un árbitro (o dos) quien le permitió seguir adelante en el PGA Championship. Lo bien que vendría en casos como éste tener una boca prestada para decirle a Phil: «¿No crees que si hubiera una persecución a los jugadores de LIV por parte de los estamentos tradicionales del golf se habrían hecho los locos y no te habrían advertido con antelación?».
Además, extraña que un conocedor del juego como es él, y que siempre ha presumido de saberse al dedillo las reglas, no esté al tanto de que ese dropaje era incorrecto. Porque Cameron Young tuvo un despiste (y se ha ido a casa), pero Phil Mickelson se puso a rezongar porque cómo iba a ser que él ignorara el cambio a la hora de dropar. En fin…
