Tiger Woods se revolvía hoy ante una pregunta de un periodista en el media center. Sacaba las garras. «¿Ves que el récord de Jack Nicklaus de 18 majors está ya muy lejos?». Su respuesta: «Sé que algunos de vosotros pensáis que estoy enterrado y acabado, pero aquí estoy, delante vuestra, sin haber cumplido aún 40 años y me encanta la competición».
Así comenzaba el desafío norteamericano en St. Andrews, con la espoleta de su máximo estandarte en los últimos años. Tiger lanza el guante. Sabe, siente y se convence a cada minuto de que si hay un escenario donde puede resurgir de sus cenizas, ése es el Old course. Se ajusta a su juego. Aquí ha ganado en 2000 y 2005 y, sobre todo, como gran campeón que es, está deseando tapar alguna boca. El récord de Nicklaus parece inalcanzable a día de hoy, pero Woods tiene ganas de dar algún dolor de cabeza.
Es curioso, pero quizá sea esta una de las ediciones del British Open en la que más favoritos norteamericanos salen en todas las listas. Arrasan. Y mucho más desde que se confirmara la ausencia de Rory McIlroy. El Viejo Continente parte de entrada por detrás porque Justin Rose no parece en su mejor momento, tampoco Henrik Stenson, ni Sergio García, Lee Westwood o Graeme McDowell. Sin embargo, los nombres de Rickie Fowler y Matt Kuchar, sin ir más lejos, se han hecho más grandes tras su excelente actuación en el Open de Escocia. Y Dustin Johnson lleva demasiado tiempo llamando a la puerta… De Spieth, obviamente, no hace falta añadir nada…
Fowler no se esconde: «llego mejor que nunca a un Open Championship». Se puede decir más alto, pero no más claro. Porque además al joven californiano siempre le han gustado los links británicos. Dustin Johnson no se queda atrás: «creo que tengo todo lo que hace falta para jugar bien en este campo. Estoy deseando que comience el torneo».
Apuntamos para acabar una frase de Bubba Watson, el último bombardero en unirse a la fiesta… «Siento que tengo una ventaja abierta para hacer algo esta semana».
