Miguel Ángel Jiménez está serio. Afinemos, para no provocar alarmas innecesarias: serenamente serio. Es posible que hoy mismo haya terminado de comprobar que el Old course de St. Andrews, tan verde, no le es propicio, porque hace el recorrido un poco más largo y, según explica el malagueño, este campo ya es en sí mismo muy favorable para los pegadores. «El secreto del Old course es este: pegar muy fuerte y siempre a la izquierda, porque si vas muy largo por ahí no vas a tener nunca problemas, mientras que los que nos somos pegadores tenemos los bunkers», explica.
El propio Tiger lo reconocía: «nunca he jugado conscientemente hacia otra calle que no sea la del hoyo que estoy jugando, pero estoy pensando que aquí en ocasiones puede ser bueno». Lo dicho: pegar a la izquierda sin temor a pasarte a la calle del hoyo que viene por ese lado en sentido contrario. Tampoco le ayudó demasiado a Miguel saber que jugará los dos primeros días con John Daly, un jugador que la rompe. «Hombre, es lo que hay, pero no es agradable jugar con alguien que por sistema te está sacando cincuenta metros. Pierdes referencias, pero vamos, aquí cada uno a lo suyo» dice con cierto poso de resignación.
El Old course no es Carnoustie, su campo preferido en la rotación del British, un recorrido más largo, pero donde los pegadores andan más intimidados más a la hora de pegarle duro. El revulsivo que necesita Miguel es obvio y tiene que ver con el desarrollo mismo de la competición: meter dos o tres buenos putts el jueves que lo metan al ciento por ciento en la pelea. A partir de aquí el de Churriana tiene suficientes recursos para luchar contra quien sea. Él está ya deseando que comience el baile.
