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A Rahm se le ha puesto la sonrisa del jugón…

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Jon Rahm, hoy en Carnoustie. © Golffile | David Lloyd
Jon Rahm, hoy en Carnoustie. © Golffile | David Lloyd

Phil Mickelson pega una, dos, tres y a veces hasta cuatro bolas desde el tee. Jon Rahm sólo pega una. Phil prueba el drive, la madera 3 y un hierro largo. Jon sólo pega el drive. Phil intenta distintas líneas y tipos de golpe. Jon sólo uno: recta y lo más larga posible. Phil alberga dudas sobre la estrategia. Jon lo tiene muy claro.

Rahm y Mickelson han jugado hoy juntos los nueve segundos hoyos de Carnoustie. Ha sido una vuelta de prácticas muy interesante. Dos maneras muy diferentes de preparar el Open. Llama la atención que sea precisamente el veterano el que tiene más dudas, pero todo tiene una explicación. Rascamos…

Los dilemas de Carnoustie que cada uno resolverá ante el espejo

Phil es un jugador que durante toda su carrera ha tenido problemas con el drive. Cuando le pega bien puede ser uno de los mejores del mundo, pero también tiene escapadas míticas. Digamos que no es el mejor palo de su bolsa, ni el más consistente. Es lógico, por tanto, que pruebe y repruebe para encontrar una alternativa más sólida. Mickelson es un serio candidato a dejar el driver en su casa esta semana.

Jon, sin embargo, es todo lo contrario. El driver es el mejor palo de su bolsa. Es su fiel compañero. Tiene una fe ciega en su rendimiento. Al de Barrika le gusta pegar fuerte y largo y cuando encuentra el terreno que se lo permite, disfruta. Por eso lleva esta semana una sonrisa de jugón en la cara. Las condiciones de Carnoustie, con un rough que no penaliza en exceso, le permiten dar rienda suelta a su maza.

Rahm, el Rey de las Rolex Series

Rahm está encantado en su primera experiencia en este mítico links. “Es un campo justo, difícil y, sobre todo, muy bueno… Esto último no lo he oído tantas veces, y no sé por qué. Es un campo muy, muy bueno”, insiste.

Poder pegar el drive con libertad no es sólo una gran noticia para Jon desde el punto de vista técnico o estratégico. Tiene también un componente psicológico casi definitivo. Está relacionado con la filosofía de Jon como jugador. Rahm tomó la decisión tras el US Open de no volver a traicionarse como golfista. Como ya se contó en su día, el joven vasco sintió que en Shinnecock Hills no fue él mismo, sino que se comportó como los demás le pedían que fuera. Perdió autenticidad y eso le acabó afectando a su golf.

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Desde entonces, la ‘terapia’ es ser él mismo cada vez. En este sentido, no hay nada más auténtico que un Jon reventando la bola con el driver. Es lo que le permite Carnoustie y por eso vemos a un Rahm feliz, cómodo y confiado. Fallará golpes, por supuesto, pero está tranquilo porque va a poder jugar al golf sin ataduras. Vamos a ver a un Jon desatado y eso incluye la sonrisa del jugón.

Los únicos hoyos donde no va a pegar el drive son el 3, 5 y 17. En el 3, un par 4 al que incluso se podría llegar de uno a green, no merece la pena. Hay demasiado peligro y aún superándolos sería casi imposible parar la bola en green. Y aún así, se deja una puerta abierta. “Le he dicho a Adam que con la bandera larga igual lo podemos intentar…”. Agresividad en estado puro. “Las condiciones del campo me vienen bien, creo que me dan ventaja por el driver y ahora lo que tengo que intentar es aprovechar esa ventaja”, asegura.