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Rahm , a cinco golpes del líder Louis Oosthuizen tras la tercera jornada del Open Championship

Dentro de la cabeza de Tiger, en busca de una respuesta para Jon…

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Louis Oosthuizen durante la tercera ronda del open Championship 2021. © Golffile | David Lloyd
Louis Oosthuizen durante la tercera ronda del open Championship 2021. © Golffile | David Lloyd

Es posible que Jon Rahm (-7) se haya quedado un poco corto en el día del movimiento de esta 149ª edición del Open Championship, firmando una notable tarjeta de 68 golpes que lo deja a cinco golpes del líder, Louis Oosthuizen (-12). Qué casualidad, otra vez el sudafricano, como hace 27 días en Torrey Pines, aunque en aquella ocasión el español partía el domingo a tres de la cabeza…

Es posible, sí, que a Jon le haya faltado cuadrar dos o tres detalles y circunstancias para que de verdad lo viéramos como firme y claro candidato al triunfo mañana en Royal St. George’s. Comenzando, claro, por la ventaja que concedía el jueves, en una ronda que se le enredaba en un registro de 71 y en la que su juego de tee a green le hubiera llegado normalmente para terminar por debajo del par.

Es posible. Pero también es probable que nadie, ni usted, ni yo, ni los más diáfanos aspirantes al triunfo, demos ya por amortizado al morrosko de Barrika en este torneo. Tampoco lo haríamos con Tiger, o con Dustin Johnson, ni con Mickelson o Rory, si se hallaran en la situación exacta del vasco en la tabla. Es lo que tienen este tipo de ‘killers’, que siempre hay que andar vigilándolos con un ojo en el retrovisor.

Lo importante, en todo caso, no es lo que creamos nosotros, ni lo que consideren los más diáfanos aspirantes al triunfo mañana. Lo verdaderamente trascendental es que es el propio Rahm quien anda ya haciendo cuentas. No salen sencillas, más bien todo lo contrario, pero esa es la gracia. ¿Qué puede necesitar Jon para ganar mañana? Si nos apetece juguetear con el asunto y nos basamos en lo que se ha visto hoy y, además, damos por hecho unas condiciones de juego similares en la última jornada, la pregunta clave es: ¿Podría valerle el 64 que entregaba el viernes para aspirar al menos a un desempate?

Normalmente, Tiger no tenía problemas en hacer públicas sus cuentas delante de los medios cuando se encontraba ante el reto de una remontada de este calado. ¿Qué respondería Woods en esta encrucijada? De acuerdo, aceptemos el reto de meternos en la cabeza de uno de los dos mejores jugadores de todos los tiempos (el orden entre él y Nicklaus, que cada cual lo acomode a su antojo), en busca de una respuesta. Tiger, ante la cámara, diría algo así: “quizá pueda valerme un 64, incluso un 65”, aunque él, en su interior, tuviera ya grabada a fuego la cifra de 63. Vaya, vaya con las cifras que nos atrevemos a manejar. Pero es lo que tienen estos ‘killers’, que no se cortan.

Plantemos los pies en el suelo. Resultados, ventajas y desventajas al margen, este Open Championship sigue teniendo tres grandes candidatos. El primero, por supuesto, es Louis Oosthuizen, que hoy no ha rozado tantísimo la perfección, pero cuyo juego parece todavía más que dispuesto. Eso sí: hoy no va a dormir bien, porque los fantasmas del PGA y del US Open todavía no han sido apresados, juzgados y condenados. No es el sudafricano, en apariencia, un tipo que se altere con facilidad. Más bien parece que es capaz de pasar página rápido y de relativizarlo todo, pero tampoco puede descartarse que la procesión no vaya por dentro.

El segundo, por orden de aparición en la tabla, pero también por lo que se ha visto en el campo, es Collin Morikawa (-11). El joven californiano no ha salido hoy a jugar con la misma claridad y precisión (un punto en su contra), pero ha sabido recomponerse y en el último tercio de la vuelta ha sido de nuevo el mejor, con diferencia (dos puntos a su favor).

Y el tercero es Jordan Spieth (-9), a pesar de sus dos bogeys finales, hoyos 17 y 18, que bien pudieron haber llegado antes y no lo hicieron casi por puro azar (vaya la suerte del texano con los rebotes y las posiciones de bola en la hierba alta). Pero, oiga, hablamos de Spieth, el gran escapista, muy capaz todavía de sacar la mejor versión cuando menos se espere.

A Rahm no le ha faltado tanto para meterse en alguno de los dos últimos partidos, la verdad. Eso, por supuesto, después de haber salvado un par imposible en el hoyo 4, porque aquello apestaba a doble bogey y tal resultado quizá hubiera resultado definitivo para las aspiraciones del español. Merece la pena narrar la sucesión de acciones: fallaba la calle a la hierba alta, desde allí la pegaba como podía y salía loca, cruzando el green y yendo a parar a hierbas aún más altas y con una posición cuesta abajo que daba miedo mirarla… Sin embargo, desde ese punto, se sacaba de la manga un golpe de antología, jugando con el contorno del green y dejándose una opción de salvar el par desde unos dos metros, que a continuación convertiría. Apestaba a doble bogey antes de pegar el segundo tiro (el acceso al green del 4 es revirado, incluso desde el centro de la calle), antes de pegar el tercero e incluso, una vez lo pegó, mientras la bola iba volando…

No, no le ha faltado tanto para achuchar un poquito más a los de arriba. El bogey en el 7, primer par 5 del recorrido donde ‘tocaba’ poner definitivamente en marcha la remontada, no entraba en la hoja de ruta, pero en un Royal St. George’s con más colmillo (un poco más firme y con la mayor longitud de toda la semana, con especial mención al hoyo 11, par 3, un pequeño monstruito), cualquier error se puede pagar muy caro y, como explicaba Jon después de la vuelta, ese hoyo fue “una concatenación de malas decisiones”. De todos modos, como casi siempre, el vasco aún regresaría. Es muy duro Jon. Y su juego, hoy más que nunca, luce con chaleco antibalas.

Necesita un punto o dos más de chispa en los greenes y no podemos olvidarnos de su final en Torrey Pines… Hoy, en el hoyo 3, enchufaba su primer purazo de la semana y mañana pueden hacerle falta dos o tres de semejante calibre para que las cuentas de Tiger se hagan realidad

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