Desde su baile de bodas hasta su llegada al primer tee de St Andrews apenas habrán pasado un par de meses. Esta es la curiosa historia de Alex Wrigley y Johanna Gustavsson, que se preparan para disputar el Open Championship de esta semana y el AIG Women’s Open del próximo mes de agosto, justo después de convertirse en marido y mujer.
La pareja se conoció en 2015 después de haber sido emparejados en el mismo grupo de un evento de fourball de la PGA en España. Y siete años después, los recién casados están listos para vivir la luna de miel más singular del mundo del golf, compitiendo respectivamente en el famoso torneo británico, en sus respectivas categorías masculina y femenina.
La plaza de Gustavsson en el AIG Women’s Open de Muirfield ha estado asegurada desde hace tiempo. La golfista sueca está viviendo su temporada más exitosa hasta la fecha en el Ladies European Tour, con varios top 10 y tres segundos puestos. Aunque para su marido, Wrigley, tener la posibilidad de disputar la 150ª edición del Open Championship representa la culminación de muchos años llamando a la puerta en las clasificaciones regionales.
El golfista, de 32 años de edad, superó un agónico desempate en Fairmont St Andrews para lograr su clasificación y confía en que tener a su mujer en la bolsa le ayude a adaptarse. «Nunca he jugado con tantos aficionados como los que habrá aquí, así que seguro que me lleva uno o dos días acostumbrarme. Pero ella puede aportarme su experiencia de jugar en grandes torneos», asegura Alex.
«He estado en muchos majors con Johanna y sé cómo es su proceso de preparación, del que he aprendido mucho estos años. Todavía no lo hemos hablado, pero seguro que según vaya avanzando la semana lo haremos porque somos bastante parecidos. Supongo que mi enfoque no será muy distinto al suyo, he tomado buena nota en los grandes torneos», añade.
«También he hablado con dos o tres personas que han jugado antes en una situación como la mía y todos me han dicho lo mismo. Tienes que estar cerca de los grandes nombres en los días de prácticas y acostumbrarte a la gente. Intentaré jugar mis rondas de prácticas a mitad de día para estar junto a la multitud y hacerme una idea», insiste.
Wringley ha ejercido como entrenador de su mujer desde 2016. La pareja reside en Suecia, donde contrajo matrimonio a finales del pasado mes de mayo. Han jugado juntos en el Old Course anteriormente, pero Wringley sabe que será diferente cuando tenga que codearse con jugadores a los que de momento sólo ha podido ver desde el otro lado de las cuerdas en el pasado.
«Johanna y yo jugamos aquí en diciembre de 2016, hacía dos o tres grados de temperatura, y salimos desde algunos tees adelantados, no creo que sea la mejor preparación para un Open. Pero con suerte recordaremos algunos hoyos a medida que avancemos y trataremos de aprender el campo todo lo que podamos en los primeros días», señala el jugador.
«Mi primer Open fue en 2003, fui a verlo con mi padre y mis abuelos, lo ganó Ben Curtis. Al año siguiente, mis padres, mi mejor amigo, que acaba de ser padrino de nuestra boda, y yo vinimos aquí para ver a Todd Hamilton ganar en el playoff. He intentado clasificarme casi todos los años desde que me convertí en profesional a los 18, así que poder estar aquí esta semana es absolutamente surrealista», confiesa.
«Hay tanta gente a la que he admirado durante años que jugará esta semana… Muchos, desde que era niño, como Tiger, Adam Scott, Phil Mickelson… Es muy especial tener a todos en el torneo. Estar parado junto a Tiger sería un sueño hecho realidad», desvela. Wrigley todavía entrena en el club de su infancia, en Hartlepool, y tendrá a muchos familiares y amigos presentes animándole durante la semana.
Aún está por ver si los nervios cuando llegue al tee del 1 son iguales o superiores a los que tuvo en mayo camino del altar, en su gran día. Pero la presencia de Gustavsson será sin duda fundamental para transmitirle calma. Y la actual número 3 de la Race to Costa del Sol, lista también para su gran cita de agosto, no olvida todo lo vivido en estas últimas semanas, mientras su ya marido trataba de ganarse una plaza en el Open.
«Traté de seguir de cerca la clasificación y fue muy estresante antes del desempate. Estoy realmente feliz por Alex, no ha renunciado nunca a su sueño, eso es increíble. Será una semana realmente emocionante y poder ser parte de ello es increíble. No sé si somos la primera pareja de marido y mujer en jugar en Open, nadie nos lo ha dicho aún, ¡pero ojalá sea así!».