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Declaraciones de Xander Schauffele tras ganar el Open Championship en Troon

El fuego que esconde Xander

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Xander Schauffele saluda al público tras ganar el Open Championship en Troon.
Xander Schauffele saluda al público tras ganar el Open Championship en Troon. (Pedro Salado/CAPTURASPORT)

Alguien dijo a Xander Schauffele cuando apenas era un adolescente que un golfista criado bajo el amable sol de San Diego y con vientos que apenas superan las cinco millas por hora puede ir olvidándose de ganar alguna vez el Open Championship. Desde entonces la Jarra de Clarete se convirtió en una obsesión. Alimentar a una bestia competitiva como Schauffele es un error. Bajo esa apariencia fría, educada y relajada, de persona que jamás rompió un plato, se esconde un animal al que sólo le sacian las victorias. No se engañen.

«Le pueden preguntar a mi familia si soy competitivo o no. Quizá no vaya sacando puños por el campo o tirando palos, pero tengo fuego por dentro. De lo contrario no tendría ahora mismo dos Grandes en mi palmarés. Y os digo que el fuego está ahora mismo más vivo que nunca», afirmaba a los periodistas nada más acabar el Open sentado junto a la Jarra de Clarete.

Schauffele oculta al mundo su fuego interior por decisión propia. En sus inicios se dio cuenta, después de estudiar sus vueltas, que cada vez que se enfadaba en el campo o dejaba salir la euforia, las cosas le iban muy mal. «Es probable que vaya con mi carácter tranquilo de alguien nacido en el sur de California. Me van mejor así las cosas. Necesito tiempo y relajación para centrarme en cada golpe. Se hace más difícil si vas celebrando en exceso o quejándote de un mal golpe. Sé que suena a tópico, pero soy un convencido absoluto de que lo más importante es el siguiente golpe», señala.

Miren si las brasas de su fuego están más encendidas que nunca que ya piensa en el Grand Slam, o lo que es lo mismo, en conquistar los cuatro Grandes. «Siempre ha sido un objetivo en mi vida. Desde los 15 años hablaba con mi padre sobre ganar Grandes y conquistar los cuatro también estaba en mis planes. Me costó una eternidad ganar el primero, ahora tengo dos y estoy un poco más cerca. Sobre mis opciones de hacerlo, yo estoy convencido, pero mejor les dejo a ustedes hablar sobre ello.», afirma.

Schauffele ha admitido que la última ronda en Royal Troon ha sido «la mejor de toda mi vida. Nunca he jugado tan bien al golf. He seguido la misma estrategia del PGA. He decidido mirar todas y cada una de las pizarras de resultados para saber dónde estaba en la clasificación. Sin duda, ganar el PGA me ha ayudado en los últimos nueve hoyos de hoy. Tuve sensación de calma. Justo después del birdie del hoyo 14 ha sido cuando he empezado a pensar que podía ganar. No había hecho ningún birdie en un par 5 en toda la semana hasta el del hoyo 6. Justo después he dicho, ya hemos abierto la lata, ahora hay que hacerlo también en el 16».

Precisamente, el birdie del hoyo 16 ha sido el definitivo para ganar el Open. La clave estuvo en su maravilloso chip por encima del búnker. Su tercer golpe. «Ha sido muy bien y no era fácil. No me he complicado mucho. He pensado en hacerlo exactamente igual que si estuviera en Florida. Sé que las hierbas no son parecidas, pero me ha salido perfecto», señala.

Schauffele no dudó en dar su sitio a todo su equipo. Se acordó de ellos en su discurso al recibir el trofeo, aunque lo mejor fue su gesto en el 18. Decidió esperar a su caddie, que iba varios metros por detrás, para entrar junto a él al green y recibir juntos la ovación. «Es de justicia. Somos un equipo de dos. Sin Austin esto no sería posible. Todo mi equipo tiene parte de culpa de este Open. De hecho, el primero que va a beber de la Jarra es mi padre porque sé que le hace mucha ilusión».

Por último, dejó una reflexión interesante sobre la manera de ver su profesión. «No quiero ser negativo, pero hay muchas partes de mi trabajo que no me gustan. Lo que sí valor y es casi lo más importante para mí es la libertad de estar en el exterior. Es uno de los mejores trabajos del mundo. Puedes estar al sol. No tengo que sentarme en un escritorio. Soy mi propio jefe… la mayor parte del tiempo. Son libertades que no doy por sentadas y valoro mucho», rubrica.