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Mickelson vuelve a desafiar todo lo establecido

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Phil Mickelson es un genio del golf. Un jugador diferente. Un lujo para cualquier deporte. Espectáculo. Arte. Si fuera un torero, sería un maestro con el capote. Se sale de los cánones establecidos.

Y así, a su manera, realiza cosas extraordinarias como su primera vuelta en el US Open que se está disputando en Merion, Pennsylvania.

Mickelson ha empezado con una ronda de 67 golpes y, de momento, se ha puesto en cabeza del US Open con dos golpes de ventaja sobre su más inmediato perseguidor, Nicolas Colsaerts. Empezó con un bogey en el hoyo 11 y después firmó cuatro birdies.

Pero cuando hablamos de un tipo tan especial como Mickelson, tan importante es lo que hace como cómo lo hace. El golfista de San Diego llegó a Filadelfia la pasada madrugada en avión privado procedente de su casa en California. Cuando aterrizó apenas quedaban cuatro horas para dar su primer golpe en el segundo grande de la temporada. La razón de su retraso: acudió a la ceremonia de graduación de su hija de 14 años. Ella hablaba y Mickelson no se lo quería perder.

Lo que supondría un estrés insoportable para cualquiera, en su caso, es un estímulo. La familia es lo primero y no es una manera de hablar. Ya lo ha demostrado en muchas ocasiones, por ejemplo, en febrero, cuando no acudió al WGC Accenture Match Play porque coincidía con la única semana en la que podía irse de vacaciones con la familia.

Pero hay más cosas que hacen diferente a Mickelson. Esta semana se ha metido más de 8.000 kilómetros de avión entre pecho y espalda. Ninguna barbaridad para el hijo de un piloto, pero lo opuesto a lo que se entiende como la preparación ideal para un grande. Llegó el lunes a Merion, vio el parte meteorológico y acto seguido cogió otro avión de vuelta a California. Iba a llover, así que prefiero irse a su soleada casa a entrenar que quedarse en el escenario del US Open pendiente de los partes meteorológicos.

Más cosas que hacen diferente a Mickelson. No lleva driver en la bolsa y, a cambio, ha metido la friolera de cinco wedges, incluido un 64 grados. Así es Phil. No hay que olvidar que ganó un Masters con dos drivers en la bolsa.

Mickelson tiene entre ceja y ceja ganar el US Open. Viendo sus números tiene toda la lógica. Ha quedado cinco veces segundo. Nadie en la historia ha repetido tantas veces esta posición. Esta vez viene dispuesto a subir un escalón. Es la tercera vez en los últimos 25 grandes que arranca con una vuelta por debajo de 70 golpes. Lo hizo también en el US Open de 2009 y acabó segundo y en el Masters de 2010 y ganó.

Por cierto, el domingo es el día del padre en Estados Unidos, así que mucho ojo porque ya sabemos cómo se las gasta papá Mickelson. Es capaz de cualquier cosa.