Se cuadraba Sergio García (-2) para tirar un putt de unos quince metros, tratando de salvar el par en el último de sus 36 hoyos del día, después de que la salida hubiera ido a parar a una de las temibles zanjas de Oakmont. Seamos claros: el objetivo realista no era salvar el par, sino más bien dejarse una buena opción de apuntarse el bogey…
Pero su bola corrió limpia por el green del 9 y se introdujo obediente dentro de la cazoleta. Acto seguido, sonaba el trompetazo que suspendía la jornada por falta de luz. Un señor triple sobre la bocina.
Un purazo que premiaba el excelente trabajo realizado por el español, que marcha por el campo con una determinación y un equilibrio crecientes. Visto el final, cualquiera reclama más suerte en alguno de los buenos putts de birdie que había tirado antes. Esta vez Sergio cuadraba el dicho: la buena suerte acabó sonriendo a quien más la buscó. Al mal fario, de hecho, suele espantarlo la buena actitud. Si no es hoy, lo hace mañana, pero termina por echarlo a patadas.
Si nos referimos al plano emocional, a toda esa parcela de lo intangible a veces inexplicable, es posible que en 17 años de carrera hayamos visto versiones de Sergio más explosivas, festivas, pero no mejores que la actual. Mejor es muy difícil.
El de Borriol ya se ha ganado una plaza en los últimos partidos de la tercera jornada, que arrancará este sábado alrededor de las tres de la tarde locales (las 21 horas en la península), y habrá que ver si incluso no sale en el último, de nuevo con Dustin Johnson (-4), líder del torneo junto a Andrew Landry, que aún tiene que jugar la segunda ronda. Johnson también lo está bordando. Incluso está siendo aún más consistente que Sergio (sólo lleva un bogey en 36 hoyos, una hazaña en Oakmont). Ambos pertenecen al ilustre club de los grandes jugadores sin un major y, quién sabe, quizá uno de los dos pida pronto la baja… Consulta aquí los resultados en directo.
