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Rafa no es Alicia en el País de las Maravillas

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Rafa Cabrera Bello, durante la segunda ronda del US Open.
Rafa Cabrera Bello, durante la segunda ronda del US Open.

Rafa Cabrera Bello (+4) ha asegurado el corte en el US Open. Uno más. Es el quinto que juega en su carrera y ha pasado cuatro. El canario se ha especializado en domar bestias. Sometió a Pebble Beach cuando debutó en los majors allá por 2010. También pudo con el terrible Oakmont en 2016, Erin Hills el año pasado y ahora con Shinnecock Hills. Su hoja de servicios no es ninguna broma. Ya quisieran muchos esa colección de muescas en su cinturón.

Rafa ha rubricado una gran segunda ronda, cimentada en unos nueve primeros hoyos espectaculares. Hacía 32 golpes, con tres birdies y seis pares. Una auténtica demostración de fuerza. Nadie ha hecho hasta el momento menos golpes en ese tramo que va del 10 al 18. Jugaba con el tiralíneas y cuando no el putter acudía raudo al rescate. Qué bien lo ha hecho hecho hoy en los greenes. Arrancaba con un gran putt de birdie de tres metros en el 10 y después metía uno clave de seis en el 12. “Ha sido muy importante porque si de algo pequé ayer fue de quedarme corto, me volvió a pasar en el 11 y en el 12 decidí darle más fuerte… Se me fue la mano. Esa bola se podía ir de green, pero por suerte se encontró con el hoyo. Un bonus. Shinnecock no es un campo que haga muchas concesiones, así que cuando llega algo así es para estar contento. Robarle algo a Shinnecock da mucho ánimo”, aseguraba Rafa con una sonrisa después de la vuelta.

Desde el cuartel de D.J. llegan malas noticias para el resto

Fueron nueve hoyos de cuento, hasta el punto de que Rafa admitió que se sintió como “Alicia en el País de las Maravillas”. La comparación, desde luego, es bonita, pero si hay algo que no tiene ningún cuento es el golf de Rafa. Al menos, no son cuentos de ciencia ficción, sino todo lo contrario. Es golf apegado a la tierra, con los pies muy bien asentados en el suelo, muy trabajado, fabricado piedra sobre piedra.

La preparación de Rafa de los campos y los torneos es muy concienzuda. Nada se hace o se decide por azar. Es el fruto de una reflexión serena y tranquila, apoyada siempre en datos. Por eso, no debe sorprender que a mitad de semana de un US Open decida abandonar el hotel oficial  del torneo para mudarse a una casa más cerca del campo a la vista del caos de tráfico. “Desde el punto de vista de la planificación era lo mejor, lo otro estaba demasiado en el aire, generaba problemas y riesgos y no era lo mejor”, asegura.

Haciendo equipo contra el monstruo

La mudanza de Rafa es sólo un fiel reflejo de cómo funciona el canario. Trabaja la estrategia de los torneos al milímetro. Por ejemplo, en el campo dedica la preparación a decidir dónde no debe fallar, algo vital en un torneo como el US Open. El test más exigente del mundo no lo suele ganar quien más birdies realiza, sino quien menos errores comete.

Rafa, junto a Jon y Sergio durante la segunda ronda del US Open.
Rafa, junto a Jon y Sergio durante la segunda ronda del US Open.

Rafa no suele cometer muchos errores y, sobre todo, rara vez los encadena. Y eso que Shinnecock te lleva con el agua al cuello y también te gana en ocasiones la mano, como en el hoyo 3, donde el golfista de Maspalomas cometía doble bogey en una sucesión de malos golpes y mala suerte: búnker, rough, búnker, green y dos putts. Venía además de hacer bogey en el hoyo 2 (par 3), el monstruo del campo en el momento que pasaron los españoles. Era imposible llegar a esa bandera situada a más de 250 yardas del tee, con el viento en contra, lluvia y frío. Hasta fue un buen bogey.

Sólo hay una cosa que Rafa podría reprocharse

No obstante, a partir de ahí recompuso la figura sin grandes problemas. Cometió un bogey más en el 7 y sacó cinco pares más. La vuelta ya estaba hecha y tocaba nadar y guardar la ropa. Su par en el hoyo 9, tras fallar la calle y hacer approach y putt desde unos 80 metros fue un premio más que merecido. Finalmente hizo 71 golpes y seguramente, por su juego, debió ser una ronda en números rojos, como dijo Jon Rahm al acabar, pero tampoco esto le va a quitar el sueño a Rafa. Asume, acepta lo que ocurre y mira hacia adelante.  “El juego está bien y estoy tranquilo. No he dejado que nada me afecte y he ido a lo mío. Tengo todas las opciones para el fin de semana. Todos queremos ganar, pero si no es posible, aún otras muchas cosas por las que merece la pena luchar”. Rafa no es Alicia en el País de las Maravillas. Los cuentos de Rafa no son de ciencia ficción.

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