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La USGA abre la mano para tener la fiesta en paz

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Dustin Johnson juega un golpe desde el búnker. (Copyright USGA/Michael Reaves)
Dustin Johnson juega un golpe desde el búnker. (Copyright USGA/Michael Reaves)

La USGA no quiere más líos. Aún resuenan los ecos de las críticas desaforadas que recibieron el año pasado por la preparación de Shinnecock Hills. En la retina de todos quedó fijado el gesto de Mickelson, corriendo por el green para golpear una bola aún en movimiento antes de que se fuera más lejos del hoyo. Todo aquello generó un intenso debate con la USGA en el ojo del huracán, hasta el punto de que muchos jugadores calificaron la preparación del campo como injusta.

Pues bien, la principal institución del golf norteamericano ha tomado cartas en el asunto. Quieren tener la fiesta en paz y para ello han abierto la mano. No, que nadie espere un US Open facilón, ni que la victoria vaya a estar en quince bajo par, ni mucho menos, pero sí que se han ablandado. Será duro, pero no infernal. La primera decisión que tomaron fue relevar en el cargo a Mike Davis, el encargado de preparar los US Open. En su lugar se colocó John Bodenhamer, un hombre de más consenso y predicamente entre los jugadores.

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Lo siguiente ha sido escuchar a los jugadores. Han pedido que de manera anónima expresen sus opiniones, quejas, soluciones… En definitiva, han preguntado qué cambiarían de la preparación de los US Open. Obviamente, la USGA no ha entrado en grandes detalles, pero sí han puesto dos ejemplos concretos de sugerencias que han hecho los golfistas.

La primera tiene que ver con el hoyo 8, uno de los más impresionantes de Pebble Beach. El segundo golpe desde la calle tiene que superar un espectacular acantilado para caer a un green muy pequeño. A sugerencia de los jugadores, se ha decidido mantener la calle igual de ancha que en 2010, pero establecer varios cortes de rough graduales, de manera que desde el primer corte aún se puede tirar a green, o al menos intentarlo, con riesgo, pero con posibilidad de éxito. En 2010 si terminabas en el rough simplemente tenías que sacarla a calle. 

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La otra gran novedad de este año es que la USGA ha advertido a los jugadores de que existe la posibilidad de regar los greenes entre el turno de mañana y la tarde del jueves y viernes. El objetivo de esta medida de precaución es no perjudicar tanto a los que salen más tarde en caso de que, de repente, se levante más viento del previsto y los greenes se sequen en exceso. Es decir, lo que ocurrió el año pasado en Shinnecock Hills.

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Son dos medidas que demuestran que la USGA ha abierto la mano. “Para nosotros es crucial tener un US Open tranquilo después de todo lo que hemos pasado”, asegura Bodenhomer. La filosofía del US Open se matiza, pero no se pervierte. “No hemos cambiado. Seguiremos esforzándonos para proporcionar la prueba más dura, la prueba definitiva, la prueba más completa, como quiera que lo llamemos. Queremos crear algo que evalúe la capacidad de tomar decisiones, ejecutar golpes, la resolución mental y la resistencia física de los jugadores. No vamos a perder eso. Ha sido algo que hemos hecho durante muchos años y lo seguiremos haciendo”, asegura. Habrá que esperar al final de la semana para saber si esto sigue siendo un US Open o si, por el contrario, se ha convertido en algo descafeinado.