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Cuando el US Open fue reino del ‘underdog’

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(USGA/Jeff Haynes) via Golffile

Hace unas semanas, la victoria de Sophia Popov en el Women’s British Open nos dejaba una de las historias de superación más increíbles que se hayan visto no solo en el mundo del golf, sino del deporte en general. Con el US Open en plena ebullición hasta el 20 de septiembre, veremos si el torneo vuelve a dejarnos una de esas victorias sorpresa que tanto gustan al público.

A todo el mundo le gustan las historias de esos ganadores inesperados con los que nadie contaba, pero que acaban siendo recordados para siempre. Son momentos que hacen grande el deporte y que, en muchas ocasiones, sirven para animar a muchos a practicarlo y para reafirmar aquello de que a veces los sueños se hacen realidad.

Todo el mundo recuerda, incluso aunque no sea seguidor del deporte, victorias como la del título de Premier League logrado por el modesto Leicester City en 2016 o la del joven Michael Chang ante el número uno del mundo, Ivan Lendl, en la final de Roland Garros de 1989. Otras puede que no sean tan conocidas, pero han sido determinantes en la historia de sus respectivas disciplinas. En 2003, un desconocido contable de Tennessee, Chris Moneymaker, ganaba las Series Mundiales de Poker, la competición más importante del circuito profesional y sus 2.5 millones de dólares de premio, después de haberse clasificado online desde su casa a través de un torneo que le había costado apenas 40 dólares de suscripción; esta victoria propició el “boom del poker online” y animó a muchos a empezar a jugar aprovechando la oferta de poker gratis de esas webs. Años antes, en 1960, la “revolución” se produjo en el mundo del atletismo, gracias a Abebe Bikila, que pasó a la historia como el “campeón descalzo”. El etíope participó en los Juegos Olímpicos de Roma apenas dos meses después de haber ganado su primera maratón, y lo hizo porque entró a sustituir a un compañero de equipo lesionado; ni siquiera tenían preparadas zapatillas para él, así que acabó corriendo descalzo. Bikila consiguió el primer Oro olímpico para África y dio comienzo al dominio que los etíopes han tenido en la maratón durante muchos años.

Son dos ejemplos de momentos definitorios en el devenir de una disciplina deportiva. No hay ningún deporte en el que siempre ganen los mismos, es imposible, en algún momento se tiene que producir el cambio.

En el mundo del golf, aunque a lo largo del tiempo haya habido grandes figuras que dominen cada época, también se han producido sorpresas que han dejado boquiabiertos a esos grandes favoritos.

En 2009, Y. E. Yang fue el responsable de poner fin a la racha de 14 majors consecutivos de Tiger Woods. Tuvo el temple para acabar imponiéndose a Woods en la PGA Championship, pese a la ventaja que este le llevaba. Puedes verlo a partir del minuto 2’20’’.

La racha de victorias de Woods incluía su segundo triunfo en el US Open, el de 2008, que también ha sido el último. En 2009, el ganador inesperado del que para algunos es el torneo más importante del circuito fue Lucas Glover. Al año siguiente, Graeme McDowell daba otra sorpresa y, por primera vez en 40 años, un europeo conseguía ganar el US Open.

En 2011, el ganador del US Open fue Rory McIlroy, lo cual no parece ninguna sorpresa teniendo en cuenta el gran talento del norirlandés desde bien joven. Sin embargo, en 2011, a sus 22 años, McIlroy llegaba al Congressional Country Club después de haber protagonizado uno de los mayores desastres recientes en la historia del golf: su descalabro en el Masters de Augusta donde, el último día, llegó a hacer 80 golpes después de que llegase a esa jornada como primero con cuatro golpes de ventaja sobre su perseguidor. Nadie esperaba que el joven pudiera reponerse de aquello tan bien, de hecho, su actitud en el US Open de 2011 supone toda una lección de cómo afrontar los fracasos.

Durante unos años, parecía hasta normal que la victoria del US Open se la llevase un ‘underdog’, un no favorito. Cualquiera, profesional o amateur, con un hándicap de 1,4 puede jugar este torneo, es relativamente fácil que haya jugadores que provengan de clasificatorios locales, y ellos no tienen ni la presión ni las expectativas que pueden lastrar la actuación de los favoritos. En 1969, por ejemplo, uno de esos jugadores que se había clasificado desde torneos locales hizo lo mismo que Moneymaker años después en las Series Mundiales de Poker: se convirtió en el flamante ganador del US Open. Orville Moody, un marine veterano, se impuso a gente como Arnold Palmer o Jack Nicklaus y siguió el camino marcado por Francis Ouimet, un amateur que había sido caddy del club donde, con 20 años, ganó el US Open en 1913.

Con todo, no es tan habitual ni tan fácil replicar lo que estos ‘underdogs’ lograron, y mucho menos ser protagonista de una historia tan impresionante como la de Sophia Popov. Ella es la única, junto a Ben Curtis, quien se impuso en The Open Championship en 2003, en haber ganado un major estando fuera de los 300 primeros. Un auténtico desafío a las leyes de la probabilidad que supone una buena dosis de ilusión y esperanza para muchos.