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Victoria de Jon Rahm en el US Open: Un trofeo, el vestuario y una visión

Rahm supo el sábado por la noche en el vestuario que iba a ganar el US Open

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Jon Rahm celebra con Adam Hayes su putt de birdie en el hoyo 18. (John Mummert/USGA)

Jon Rahm siempre ha estado convencido de que iba a ganar Grandes. Tan convencido de que, en los albores de su carrera, no dudó en asegurar que su objetivo era batir el récord de 18 ‘majors’ de Jack Nicklaus. Aquella frase, ese deseo expresado en alto, el sueño de un joven con talento y una fiera determinación, no fue bien entendido por muchos. Más bien al contrario. Fue tachado de arrogante, sobrado e iluso. No eran pocos los que aquí y allá soltaban un despectivo: «y éste, de qué va, primero a ver si gana uno porque esto es muy difícil, qué se habrá creído».

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Esos comentarios, de una manera u otra, le acabaron llegando y Jon simplemente no entendía nada. A él le habían preguntado por su sueño y eso lo fue lo que dijo, su sueño, el de ninguno más. Suyo e intransferible. Porque Jon sueña a lo grande, piensa en grande y tiene la valentía, el arrojo y la confianza de decirlo en alto, de compartirlo. Es él quien se expone. No teme a las expectativas, más bien al contrario, se alimenta de ellas. No teme a la presión, más bien al contrario, disfruta con ella. Porque nada le gusta más que ganar.

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Hay deportistas que huyen de las expectativas, que se escapan del radar, que viven más cómodos en el segundo plano. Deportistas que no dicen sus objetivos por el temor de que más tarde, si no los cumplen, alguien se los pueda recordar. En cierto modo es un miedo al fracaso o, cuanto menos, una estrategia para evitar meterse más presión de la necesaria. Jon no pertenece a esa estirpe de deportistas. Está en la acera contrario. A Jon dale la presión, las expectativas y el miedo que ya se encargará de lidiar con todos ellos. ¿Acaso no los siente? Sí, claro, como todos, pero los asume como parte del juego, del desafío, de la competición. Si sale, bien, y si no sale, pues a pensar en el siguiente objetivo.

«Este US Open es para la familia y para toda España»

Por todo esto, por esa manera audaz que tiene de encarar la competición, Rahm ya supo el sábado por la noche en el vestuario de Torrey Pines que iba a ganar el US Open. «Esto no se lo he dicho a nadie. Ayer cogí algo de mi taquilla que había dejado el European Tour, algo para Kelley, ropa de la Ryder Cup y tal, y había una caja que abrí y era el Premio Seve Ballesteros al Jugador del Año del European Tour que tanto he tardado en tenerlo. Pero lo abrí ayer por la tarde y dije ‘mañana va a pasar, es para Seve’, sé que este trofeo es algo que Seve quería ganar muchísimo para él y para el golf español. Hemos gozado de grandes campeones en el Masters y Seve en el British y ser el primero en ganar uno diferente sabía que tenía que ser algo así. Cómo no, el de Bilbao tiene que hacer las cosas raras, y es un orgullo traer esto para España», aseguró tras levantar el trofeo.

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Es determinación pura, convicción, seguridad en sí mismo. Da igual lo que digan los demás porque él es siempre el que se encarga de poner el objetivo más alto posible, el más difícil. Está seguro de que puede y si no sale, no pasa nada, a por el siguiente. Sin reproches. A pelear más duro, a trabajar más y aprender de la experiencia. Jon es una fiera de la competición y usa cualquier resorte para alimentar sus ganas de ganar, eso sí, sin olvidar jamás a todos los que de una manera u otra le han ayudado. Esa es su grandeza y ahí estuvo también su reconocimiento ayer. «Esto es para todos, para todos los que me han ayudado en casa, en Bilbao, Eduardo Celles, como profesor, Jorge Losada, que tuve también como profesor, el proceso de la Blume, la Real Federación Española de Golf, esto es para todos, para el golf español».

Jon, nunca dejes de soñar.

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