Inicio US Open US Open 2023 Sin entrenador, con Julie y pegando puñetazos al coche hace cinco años
Quién es Wyndham Clark, el flamante campeón del US Open 2023

Sin entrenador, con Julie y pegando puñetazos al coche hace cinco años

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Wyndham Clark
Wyndham Clark, emocionado tras ganar el US Open. (© Golffile | Pedro Salado)

Wyndham Clark gritaba y pegaba puñetazos al volante de su coche hace cinco años. No fue una vez, ni dos, ni tres. Le ocurría a menudo. Volviendo de los torneos. Era frustración. Pura y dura. Tenía 24 años, acababa de llegar al PGA Tour y no aceptaba los resultados. Lo curioso es que ni siquiera era tan malos. Tenía un segundo puesto, un tercero, cuatro top 10… pero no ganaba. «Me enfadaba mucho porque pensaba que podía ganar a los demás, pero no lo conseguía y mis resultados estaban por debajo de lo que yo esperaba», aseguraba este domingo ante los periodistas junto al trofeo de campeón del US Open.

Clark, nacido en 1993, fue uno de los universitarios más brillantes de su época, pero su vida ha estado marcada por varios momentos decisivos. No ha estado lejos, incluso, de abandonar el golf. Su instante más bajo fue en Oklahoma State. Era la estrella del equipo, pero tocó fondo con la muerte de su madre víctima de un cáncer de mama. «Me afectó en el golf. Fuera del campo actuaba normal, tratando de superarlo pero sin que se me notara, pero todo mi dolor y angustia la volcaba en la competición. Me desesperaba con el primer golpe malo, rompía palos, gritaba… No podía jugar», relata.

Fue entonces cuando su entrenador, Mike McGraw, el mismo que tuvo en los Cowboys el propio Rickie Fowler o el español Pablo Martín Benavides, le dijo que se apartara, que dejara el golf durante un tiempo, que olvidara la competición hasta que consiguiera superar la muerte de su madre. No fue una decisión fácil para el entrenador, ya que prescindía de su estrella, y tampoco lo encajó bien al principio el propio Clark. «Me enfadé muchísimo. Yo quería competir, quería ganar y no entendía por qué razón debía dejarlo. Con el tiempo entendí que fue lo mejor y estoy muy agradecido al entrenador. Me ayudó mucho. Si no hubiera parado quién sabe si no lo habría acabado dejando», explica.

En 2016 llega otro de esos momentos cruciales en su vida. Es transferido de Oklahoma a la Universidad de Oregón. Allí se encuentra con Casey Martin, el entrenador jefe, una persona clave. «Me inculcó que yo era uno de los mejores jugadores del mundo y me dijo: eres lo suficientemente bueno para ganar en cualquier sitio. Tuve mi mejor año. Me inculcó la confianza que quizá había perdido», apunta.

Es ahí, en Oregón, cuando forja su espíritu de campeón. Ha tardado en ganar su primer torneo, pero jamás perdió la convicción de que acabaría llegando. Ni esperaba que su primera victoria llegara tan tarde como llegó, en el Wells Fargo hace 40 días, ni tampoco tenía planeado ganar un Grande tan pronto. «Llevo mucho tiempo yendo en la dirección correcta. Siento que soy uno de los mejores jugadores del mundo y, obviamente, esto lo demuestra. Pero al mismo tiempo soy un tío bastante humilde y tranquilo. Voy a celebrarlo, pero lo que más me gusta es competir. Me gusta jugar contra alguien… soy muy competitivo. Quiero ganar a todo el mundo, pero también ser amigo de todo el mundo. Así que intento tener una buena mezcla de todo eso. Siempre he pensado que esto podía llegar algún día», afirma.

Y los últimos dos momentos tienen que ver con su preparación como jugador. Clark ha tenido diferentes entrenadores en su vida desde que se pasó a profesional. Sin embargo, un buen día decidió que a él no le venía bien tener a alguien al lado que le dijera lo que tenía que hacer y como hacerlo y tomó la difícil decisión de ir por libre, a lo Bubba Watson. «Mucha gente me ha dicho que tengo un buen swing. Yo creo que tengo un buen swing. Sin embargo, en mis primeros años en el Tour, me molestaba mucho que me dijeran «oh, que buen swing tienes», y yo realmente no sabía dónde iba la bola ni por qué. Me frustraba. Trabajé con grandes entrenadores y eran muy buenos en lo que hacían, pero yo no sabía dónde iba la bola ni era su dueño. Decidí ir por mi cuenta y aprendí sobre mi juego y mi swing. Eso es lo que hacía cuando era más joven. Sabía cómo pegar golpes y me alejé de eso cuando estaba con un entrenador. Ahora, cuando entreno, siempre intento volver al punto de partida. Si un día estoy pegando muchos golpes al fade, me pongo a entrenar al draw, y viceversa. Creo que así he conseguido ser muy consistente».

La última persona clave en su evolución, probablemente la más importante, ha sido Julie, su entrenador mental. «Tiene una gran calma y presencia. Me tranquiliza y relaja. Estoy muy contento de que mi caddie y mi agente me dijeran en noviembre: «Oye, tenemos a una mujer con la que creemos que deberías trabajar». Yo era un poco reacio a hacerlo, pero estoy muy contento de que entrara en mi vida, y en estos seis meses es una locura ver cuánto he mejorado y cuánto me ha ayudado. Hace seis o siete meses no habría pensado que sería campeón», remata.