Inicio US Open US Open 2024 Esta mañana, Jon ya se temía lo peor…
Su cara, mezcla de resignación y tristeza, y sus palabras lo decían todo

Esta mañana, Jon ya se temía lo peor…

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Así está el pie de Jon Rahm a dos días del inicio del US Open 2024.
Así está el pie de Jon Rahm a dos días del inicio del US Open 2024. © Ten Golf

Jon Rahm apareció este martes al fin en Pinehurst y las noticias eran, cuanto menos, inquietantes. Como adelantamos el lunes en Ten Golf, vino para atender a los medios de comunicación, tal y como estaba previsto, pero de golf, nada. Cero. Ni siquiera un poco de putting green. Es más, su pie derecho estaba calzado con una zapatilla deportiva y el izquierdo con una sandalia, con el pie al descubierto y una protección de color verde en los dos últimos dedos, meñique y el cuarto, para que se mantuvieran separados. El de Barrika trabajaba a contrarreloj para eliminar la infección y poder jugar el US Open… pero ya entonces se temía lo peor.

Rahm estaba preocupado. Se le veía en la cara y no tenía ningún problema en reconocerlo. También sentía dolor. Es cierto, y así lo reconocía, que estaba mejor respecto al sábado o el domingo, pero no las tenía todas consigo. No podía asegurar si podría jugar el US Open, una baja que se confirmó unas horas más tarde. «No sé qué haría si estoy como me encuentro ahora mismo. Sinceramente no lo sé. Como competidor te diría que sí, pero no he intentado ir a la cancha. Lo que tengo claro es que si no fuera un Grande, no estaría aquí. El problema no es sólo el pie, sino las compensaciones que hago en el swing para que no me duela. Me preocupa hacerme daño en otra zona y poner en peligro la temporada. Por otro lado, llega un punto en el que si no creo que pueda ganar, no sé si merece la pena salir a competir», comentaba a Ten Golf, El Correo y Movistar Golf, los medios españoles acreditados en Pinehurst.

Jon ha puesto todo de su parte para jugar el US Open. Nada le importa más que los majors y estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta por jugar. Por ello, esta misma tarde en Charlotte tenía una cita con otro especialista al que han llegado a través de contactos. Iban a revisar la zona, la herida que se ha generado, la infección provocada que ya parece estar bajo control, al menos eso día el español, y a determinar si se podía aplicar otra solución más agresiva que acelerara la recuperación para el jueves. A contrarreloj.

Rahm aseguraba que no tenía muy claro cómo y cuándo se produjo la herida. No fue nada concreto. Cuando estuvo jugando en Pinehurst, preparando el torneo el domingo y lunes de la semana anterior junto a Phil Mickelson, estaba perfectamente. A partir de ahí se empezó a complicar todo. Primero una ampolla, le quitaron la piel, después una herida, más tarde la infección, aquello que va a más, un agujero entre los dos dedos y el sábado ya saltó por los aires. El viernes pudo jugar con dolor y medicación (y firmar -4), pero al día siguiente se levantó con el pie muy mal. Fue a ver a los médicos y le aplicaron tratamiento con antibiótico y le durmieron la zona para poder jugar. La anestesia le duró apenas la sesión de calentamiento y un hoyo y medio. A partir del hoyo 2 de Houston, mucho dolor. «Tengo literalmente un agujero entre los dos dedos. Si enchufas una linterna puedes ver todo lo que hay dentro». El gran problema es que son los dos últimos dedos del pie izquierdo, donde se apoya todo el peso al final del swing. «Si hubiera sido en el pie derecho, no tendría ningún problema», asegura.

El golfista vizcaíno explicó que los deportistas «estamos acostumbrados a jugar con dolor, pero el peligro va más allá. Como tengo molestias, para evitar el dolor, hago compensaciones en el swing, me muevo de manera diferente y se me cargan otras partes del cuerpo. Ahí está el principal problema».

Nadie se atrevía a descartarle para jugar porque es un US Open, pero ya se temía lo peor… Estaba entre algodones y la visita al especialista de esta tarde ha terminado por cerrar todas y cada una de las puertas. Quedaba sólo cruzar los dedos, pero la moneda, finalmente, ha salido cruz.

Lo más positivo es que pese a la adversidad, Rahm no ha perdido el sentido del humor. Esta misma mañana, hablado con su madre, decían: «Hay que ver, toda mi vida con problemas en el pie derecho (nació zambo) y ahora resulta que el que da la lata es el izquierdo. Al menos hemos podido echar unas risas», confesaba Jon con una mezcla de preocupación, tristeza y resignación.