Inicio US Open US Open 2022 Mucho más que un paseo con Mickelson y Rahm
US Open Championship 2022

Mucho más que un paseo con Mickelson y Rahm

Compartir
Jon Rahm esta semana en The Country Club. © USGA
Jon Rahm esta semana en The Country Club. © USGA

Una pareja de cincuentañeros estadounidenses. “Mira, es Jon”, dice ella. “Y Phil”, responde él. Se les ilumina la cara. No esperaban toparse con un último regalito antes de abandonar el recinto del The Country Club. Jon y Phil, en efecto, se han ido al fondo del green del 12 y desde allí, con la bola hundida en el rough, tiran aprochitos envueltos en seda, porque no hay manera de parar las bolas. La pendiente, cuesta abajo desde allí hacia la entrada del green, es mucho más pronunciada de lo que el ojo te dice. Pican la bola en el mismo collarín, pero la bola no para, sigue y sigue, desciende lentamente metros y metros. “It’s beautiful”, sentencia ella. Escenas de ronda de prácticas de un US Open.

Mickelson y Rahm jugaron ayer juntos los 18 del bellísimo y frondosísimo recorrido de Brookline. Al zurdo californiano, siempre atento a interaccionar con los aficionados, se le ve todavía más dispuesto que nunca. Responde con un gesto a cada voz de aliento que le llega del otro lado de las cuerdas. Y llegan muchas, constantemente, esa es la verdad. Al final, la bomba LIV tiene el alcance que tiene entre la gente. La USGA, por si acaso la guasa de alguno se fuera de madre, se ha encargado de que cuatro policías acompañen a este partido.

Habían pasado ya muchas cosas antes de que los cincuentañeros se encontraran con este partido. ‘Lo’ del hoyo 4, por ejemplo. Cómo no anotar ‘lo’ del hoyo 4: eagle de Rahm desde la calle. El de Barrika pega un hierro 9 a 142 metros del hoyo y la bola termina dentro de la cazoleta. No es algo que suela ocurrir. Mucho menos en una semana de US Open, aunque se trate de una ronda de prácticas. Edorta y Ángela, los padres de Jon, van siguiendo el partido de principio a fin y ella, con una lógica aplastante, nos lo dice más adelante: “¿y no sería mejor guardarse algunos golpes de estos para el torneo?”. En general, el vasco está jugando muy bien, atinando normalmente con la línea exacta que demandan los numerosos tiros ciegos que hay desde el tee. A Edorta le encanta este The Country Club… Aunque no tanto como Torrey Pines, faltaría más.

The Country Club es ciertamente un campazo. No, desde luego, el más cómodo para seguir el juego por fuera de las cuerdas, qué se le va a hacer, sembrado de jorobas rocosas cubiertas de festuca, agreste por momentos y de una belleza antigua y potente. En el tee del 11, el par 3 corto que se recupera por primera vez para el Open desde 1913, es imposible no dar rienda suelta a la imaginación y situar allí, de nuevo, a Ray, Vardon y Ouimet, los últimos que se subieron a ese tee en un torneo de este calado, durante el desempate de la edición de aquel 1913. Jon pega un gran tiro. Phil no se queda atrás.

En el 17, el hoyo donde siempre pasan cosas, el del green donde José María Olazabal tuvo que esperar pacientemente a que se despejara el tapete, Jon pega un zambombazo desde el tee, tratando de acortar el ligero dog leg izquierda, de tal modo que lleva la bola a las inmediaciones del green (son 373 yardas desde el tee, pero si la bola coge la línea adecuada y corta como debe el dog leg, alguno podría llevarla incluso al green. ¿Merece la pena, teniendo en cuenta la línea frondosa de árboles que protegen el flanco izquierdo y, detrás, el fuera de límites? Algo nos dice que no demasiado, aunque Jon hace muy bien en probar todas las posibilidades.

Nos es nada habitual que Rahm juegue 18 hoyos seguidos en una semana de ‘major’. Tampoco es demasiado normal que Dave Phillips, su entrenador en Estados Unidos, lo acompañe hoyo tras hoyo. Ayer ocurrieron ambas cosas. Puede que sea una percepción errónea, pero también da la sensación de que el español está más pendiente de lo habitual del juego corto, poniendo mucha atención y empeño en los alrededores de cada green, aunque en esta tarea Phillips tampoco tiene demasiado que hacer o decir; ya se sabe, en esas lides manda el ‘feeling’ del momento. Mickelson va más en plan… Mickelson. Algo más errático. Y saludando a cada paso. Al terminar, ambos se pegan un baño de masas, una buena sesión de firma de autógrafos.

Jon, que por la mañana se había manifestado rotundamente a favor del PGA Tour y/o muy escéptico ante el modelo saudí, no tuvo problemas en salir a jugar con quien porta el estandarte de LIV. Lo cortés no quita lo valiente. Y Rahm es un ‘morrosko’ valiente.